sábado, 28 de noviembre de 2009

Mi sobrina

No te preocupes mas Mariana, te la vamos a cuidar bien a la nena, aunque ya no es tan nena jajaja Un beso le digo que te llame cuando llegue. Chau- Colgué el teléfono, mi prima me había pedido como favor que alojara a mi sobrina de 20 años que se iba a mudar a la ciudad hasta que pudiera conseguir departamento. Como mi marido y yo no tenemos hijos aún tengo una habitación de sobra en la casa y obviamente no tuve ningún problema en hacerle ese favor.

Hacía varios años que no veía a mi sobrina, desde que era una niña prácticamente, terminé de acomodar la habitación de huéspedes cuando sonó el timbre.

Al abrir me encontré con una mujer ya, definitivamente no como yo la recordaba, una hermosa mujer. Estaba vestida con unos shorts de jean cortado que dejaban ver una colita muy paradita y coqueta, que seguía con una cintura diminuta. Levaba una remera corta, y pude ver para mi sorpresa que tenía un piercing en el ombligo. Yo me mantengo muy bien a mis 28 años, mi panza sigue chata y mi cola más que firme gracias a mi trabajo en el gimnasio, claro que mi orgullo siempre fueron mis pechos, generosos sin ser extremadamente grandes y con una firmeza que parecía ir en contra de la ley de gravedad. Mi marido siempre había estado loco por ellos.

-Pasa linda, debes estar cansada por el viaje.
-Si tía la verdad que si

La hice pasar y la llevé a la habitación así dejaba sus cosas.

-Te preparo algo? Una taza de café?
-Si por favor, paso al baño a refrescarme y voy tía, gracias por todo
-Para eso está la familia-le sonreí y fui a la cocina a preparar café, tenía que admitir que a una parte de mi la preocupaba algo. Una mujer tan linda y mucho más joven que yo en casa, y si, me puse un poco celosa, no quería que mi marido la mirara.

Suspiré mientras preparaba el café, tenía que dejar de pensar tonterías, era nuestra sobrina, ni más ni menos. Pero aunque trataba de sacarme esos tontos pensamientos de la cabeza no podía dejar de ver en mi mente esa pancita deliciosamente decorada por un pequeño diamante… esa colita perfecta enmarcada deliciosamente por esos shorts… Casi se me quema el café perdida en mis pensamientos. Me obligué a reaccionar cuando ella entró a la cocina. Pasamos el resto de la tarde hablando novedades de la familia.

Por la noche luego que llegara mi marido y cenáramos los tres, nos retiramos a dormir. Mi marido hizo comentarios respecto a que bonita era, riéndose y provocándome. Sabía que estaba jugando, lo conozco bien pero cuando me hizo el amor esa noche, mi mente estaba en otro lado y para mi horror llegue al orgasmo con imágenes del cuerpo de mi sobrina en mi cabeza, tener la deliciosa verga de mi marido en mi conchita e imaginar a la vez a mi precioa sobrinita me hizo venirme de una manera que hacía rato no conseguía, empapé las sabanas debajo mío. Que me estaba pasando? No soy lesbiana siempre me atrajeron los hombres y mi vida sexual con mi marido, a quien amo profundamente, es plena, no nos negamos nada y disfrutamos mucho juntos… Entonces porque no podía sacarme esas imágenes de la cabeza??

No podía dormir, silenciosamente me levanté y fui a la cocina por una taza de leche. Estaba sumida en mis pensamientos así que no oí que alguien venía.

-Parece que no soy la única que no puede dormir jajaja Todo bien tía?
-Si linda no podía conciliar el sueño nada mas, vos porque estas levantada?
-Supongo que son los nervios. Mudarme sola y todo eso, ya me relajaré.

Solamente tenía puesta una remera diminuta, sin corpiño y una bombachita de algodón blanco, me hablaba y me contaba cosas y yo solo podía mirarla como embobada, asintiendo cada tanto para que pareciera que prestaba atención a sus palabras.

Los días pasaron y mi sobrina seguía sin encontrar departamento, salíamos de compras y compartíamos el rato entre que yo llegaba de mi trabajo y mi marido llegaba que era más tarde. Y mis pensamientos no cesaban… Hasta por un momento llegué a pensar que ella me provocaba, cuando estábamos solas siempre estaba con poca ropa, se contoneaba adelante mío mostrándome cosas, preguntándome como le quedaban. Pero debían ser ideas mías, la pobre niña era inocente y yo obviamente estaba mal.

Una noche mi marido tenía una cena de negocios y no volvería hasta tarde, así q le ofrecí a mi sobrinita salir a comer las dos. La pasamos de maravilla, charlamos y nos reímos, al lado de ella me sentía una adolescente de nuevo. Volvimos a casa temprano y fui a mi habitación a cambiarme. Estaba sacándome el corpiño cuando veo que mi sobrina estaba en la puerta mirándome fijamente.

-Que envidia me da tía- se acercó a mi- tienes los pechos más perfectos que haya visto en mi vida, y naturales…

Y así como inocentemente acaricio la suave piel de mi seno, yo estaba helada sin poder reaccionar, pero mi cuerpo al sentir su caricia sí que reaccionó. Pude sentir como mi bombacha se empapaba y mi corazón comenzaba a latir a mil kms por hora.

-Me imagino lo sensibles que deben ser- y comenzó a pasar el pulgar por mi pezón que automáticamente se puso duro como una roca y sin poder contenerlo un gemido entrecortado escapó de mis labios.

Me sorprendí al ver la sonrisita pícara que se dibujó en la inocente cara de mi sobrina, que parecía aun más joven con las dos colitas que se había hecho para salir.

Levantó sus ojos y me miró fijamente sin dejar de acariciar mi pecho, subió la otra mano y tomando el otro comenzó a hacer lo mismo. Esta vez mi gemido de placer fue mucho más fuerte.

Yo estaba petrificada, debería detenerla pero no pude, no quería que se detuviera, sus caricias me estaban derritiendo y mi cuerpo actuó por su cuenta, sin pensarlo tomé su carita entre mis manos y la besé profundamente, largamente. Nuestras lenguas se trabaron en una batalla cada vez más caliente, pegué mi cuerpo al de ella queriendo sentir cada centímetro de su suave piel una marea de liquido mojó mi entrepierna al sentir sus suaves gemidos en mi boca, al bajar mi mano y sentir que su deseo era tan fuerte como el mío.

Me separé un segundo y le saqué la remera, y me quedé fascinada observando sus pechos pequeños y perfectos, con la mas deliciosa aureola rosada y pequeños pezones erguidos para mí. Bajé mi boca y comencé a comerme uno de ellos mientras con mi mano acariciaba el otro, suaves como terciopelo, deliciosos en todo el sentido de la palabra. Ella gemía ante mis caricias de la misma manera que yo había respondido a las suyas. Casi a su pesar nos separamos nuevamente unos segundos, mirándonos a los ojos ambas nos sacamos la poca ropa que aun traíamos puesta.

Seductoramente ella me sonrió, tomó mi mano y me llevó hacia la cama. Yo obedecía sus indicaciones ciegamente, estaba perdida, no pensaba solo sentía y nunca en mi vida había deseado tanto a alguien. Me recosté en mi cama y ella caminó en cuatro patas por las sábanas hasta quedar entre mis piernas, me miró y me dijo:

-Desde que llegué que deseo hacer esto….

Bajó su cabeza y delicadamente pasó su lengua por mi clítoris, haciendo que un grito de placer se me escapara, mi cadera se levantó buscando más… Y ella le dio más, se comió mi conchita de la manera más rica que puedan imaginar, yo agarraba las sabanas desesperada

-Siiii, asi linda- gritaba desvergonzadamente hasta que el fuego me consumió y exploté vaciando mis jugos en su boca y ella me bebió toda, relamiéndose en mi orgasmo y haciendo que me excitara aun mas.

Me incorporé y la besé desesperadamente, saboreándome en su lengua, mis dedos acariciaron su vagina totalmente depilada y suavemente introduje uno en ella, haciéndola gemir de deseo, deje de besarla por un segundo para chupar mi dedo, quería probarla, tenerla en mi boca como ella me tenía a mí. Suavemente la empujé en la cama y fui bajando mis besos por su cuello, mi dedo entraba y salía de su vulva estrecha y deliciosa, mojada para mi y esperándome. Me tomé mi tiempo, quería sentir cada centímetro de su dulce piel.

Paré unos minutos en sus pechos, para besarlos, morderlos, bajé por su pancita perfecta deteniéndome en ese delicioso ombligo, jugando con mi lengua en su arito. Hasta que no pude mas, llegué a su conchita perfecta, apenas rosada, los delicados labios se abrían como una flor, invitándome, pasé mi lengua por esa delicia y el estremecimiento que la recorrió me fascinó, comencé a lamerla, jugando con su clítoris, metiendo mi lengua en su vulva húmeda y exquisita, deleitándome en los pequeños gritos y gemidos que emitía, llevándola al mismo éxtasis que ella me había llevado a mí y al sentirla explotar bebí de esa delicia pasando la lengua por toda la extensión de su conchita para no dejar una escapar una gota….Estaba perdida entre sus piernas cuando un ruido logró captar mi atención y al levantar la cabeza para ver que era me quedé helada. Mi sobrina miraba la puerta con la respiración agitada por la hermosa venida que yo le había causado.

Mi marido estaba en la puerta de la habitación mirándonos, quien sabe desde cuándo. Lo que si era más que notorio era la deliciosa erección que parecía que iba a romper sus pantalones. Supongo que yo ya estaba más allá del bien y del mal, definitivamente no fue racional lo que hice, pero verlo ahí, a mi hombre, tremendamente caliente, tan rico y hermoso como era, simplemente no pude resistirme. Me levanté, pase mis dedos empapados en los jugos de mi sobrina por mis labios, ella me entendió y le gustó lo que vio, le sonrió seductoramente a mi hombre y suavemente dijo

-Hay lugar para uno más….

Creo… que nunca en mi vida vi a un hombre sacarse la ropa tan rápido… algunos botones de su camisa volaron por la habitación. Se acercó al borde de la cama y ambas mirándonos con complicidad acercamos nuestras bocas a su verga deliciosa, lamiéndola suavemente, turnándonos para chupar su cabeza, entonces mi sobrina comenzó a meterla toda dentro de su boquita y yo no pude resistir y me puse entre sus piernas para comérmela a ella de nuevo mientras con mi mano me tocaba la conchita para aliviar el tremendo calor que sentía. Uffff que momento más delicioso, mi esposo parado con su pija dura como una roca, mi sobrina comiéndoselo entero mientras montaba literalmente mi cara y yo lamía esa conchita deliciosa a la vez que me masturbaba desesperadamente. Ya nada importaba, solo nuestro deseo, nuestra sucia calentura más allá de todo lo que hubiéramos imaginado. Entonces la preciosa niña se vino nuevamente en mi cara, mientras su boca llena de pija hasta el delirio ahogaba sus gritos de placer.

Ahí fue donde mi marido tomó cartas en el asunto y en un solo movimiento la acostó sobre la cama, y sin medir consecuencias tomó sus piernas y penetró esa conchita empapada hasta el fondo, ella grito de placer al sentirlo. Comenzó a moverse despacio, torturándola como solo él sabía hacerlo, como me hacía a mí, vaya si yo sabía lo rica se sentía. Nunca pensé que verlo cogerse a otra me pondría como me puso, no estaba celosa, estaba caliente, quería que la hiciera gritar de placer como lo hacía conmigo. Sin dejar de moverse en ella ni un segundo estiró una de sus manos hacia mí, invitándome, cuando me acerqué tomo mi cabeza y me besó profundamente, yo abrí mis piernas sobre la boca de mi sobrina y ella inmediatamente comenzó a lamer mi conchita caliente y deseosa. El ritmo subía, el me besaba como nunca me había besado mientras su cadera perforaba sin misericordia a mi sobrina que me comía como poseída, su lengua bailaba en mi al mismo ritmo que él la penetraba. La tensión en nosotras iba aumentando y ambas gritamos juntas nuestros orgasmos, todos mis jugos derramándose en la cara de ella, todos los jugos de ella bañando la verga de mi esposo. Nunca en mi vida creí que se podía acabar de esa manera. Pero él aun no había terminado con nosotras.

Tomó mi cintura sin darme tiempo siquiera a parar de temblar me dio vuelta y me puso en cuatro patas y enterró su pija empapada en mi conchita con violencia, nunca lo había visto tan caliente y me alucinó verlo asi. Y mi sobrina deliciosa putita como había comprobado que era, hermosa hasta la última fibra de su ser, se metió debajo mio , abriendo sus piernas, ofreciéndoseme, y no pude negarme. Comencé a comerla nuevamente no podía para de saborearla y ella alternaba su boca entre mi clítoris y los huevos de mi marido cada vez que él llegaba hasta el fondo de mi. Yo me abría hasta más no poder, mi boca chupaba, mi lengua lamía, no podía parar. Nuestros cuerpos calientes, nuestros gritos y gemidos llenado la habitación, era una danza de fuego, el sonido de la piel contra la piel, el olor del sexo salvaje que nos rodeaba, olvidados de todo y de todos, irracionales, instintivos, animales… era una sinfonía de deseo prohibido que fue subiendo de intensidad hasta que en escapó de nuestros cuerpos en el orgasmo más fuerte que cualquiera de nosotros hubiera sentido jamás. Nuestros gritos de placer, sus gruñidos de deseo, mi sobrina se chorreaba en mi cara mientras mis propios líquidos se derramaban sobre mi esposo y ella. La leche de él saliendo a presión de mi conchita, mientras ella bebía fascinada la mezcla que bañaba su rostro.

Colapsamos el uno sobre el otro, agotados, con la respiración entrecortada, suavemente mi esposo nos acomodó a una a cada lado de él, anidándonos con sus brazos. Y mirándonos con una sonrisa satisfecha dijo.
-En 5 seguimos...

bueeeno... esto es lo último que ha salido de estos deditos lascivos y esta cabecita caliente, espero lo disfruten.