miércoles, 18 de noviembre de 2009

Con la mejor amiga de mi novia

Este relato  ocurrió hace unos meses. Aunque los nombres son ficticios, trataré de contar cada detalle de esa inolvidable noche. Mi novia (Miriam) y yo vivimos juntos ya hace un par de años, y aunque en el sexo probamos todo, nunca habíamos pasado de ser dos. Su mejor amiga, Jimena, estaba casada hace un par de años, pero por problemas directamente relacionados a la cama decidió separarse de su marido. Era sábado, y Jimena vino a pasar el día en la pileta de casa, y como vivimos lejos se iba a quedar a dormir para comer un asado el domingo (cosa que siempre hacían con su marido).



Les cuento que Jimena, aunque de cara no es nada linda, tiene muy buen cuerpo y sobre todo, un culo increíblemente perfecto, y ella lo sabe y saca provecho de eso. Para mí el día ya había sido súper excitante, estaba en la pileta con mi novia (que está muy buena) y con su mejor amiga exhibiendo una tanguita bien metida en la cola, y como si no bastase lo que pasaba por mi perversa cabeza, mi novia se encargaba cada tanto de tocarme abajo del agua o de apoyarme el culo mientras charlábamos los tres, a ella le encatan esos jueguitos, pero eso día pensé que me iba en seco y tenía que pensar en otra cosa para aguantar

Bueno, se estaba haciendo de noche, así que entramos y decidimos hacer una picadita en el living. De un lado de la mesita ratona nos sentamos en el sillón mi novia y yo, y en frente en un banquito se sentó Jimena. Ambas dos seguían con la bikini, sólo que se habían puesto una remera por encima. Mientras comíamos, la charla obviamente pasó todo el tiempo por la separación de Jimena (hacía 1 mes), y me fui enterando que los problemas estaban relacionados con el sexo, ya que su marido era demasiado conservador a la hora de coger. Yo mientras tanto le llenaba la copa de vino, como para que se siga soltando, se imaginan que la charla me calentaba, y por lo visto a mi novia también, ya que Jimena empezó a dar cada vez más detalles.

En eso, no recuerdo ni siquiera qué estaba diciendo Jimena, Miriam le dice: "Jime, vos tenés que conseguirte un hombre calentón como el mío", y sin previo aviso me agarró la pija por encima del short como señalándole a la amiga. Yo me quedé inmóvil, pero al ver que no retiraba la mano y que Jimena no hacía ningún comentario, se me puso dura al instante. "Ves?, él está siempre preparado", prosiguió Miriam al sentir mi dureza, y bajó un poco mi short hasta dejar bien a la vista mi pija erguida. Sinceramente no sé si ellas alguna vez lo habían charlado (lo de compartir un hombre), nunca les pregunté, pero el control lo perdieron muy rápido.

Miriam me pajeó durante algunos segundos, mirándome a los ojos como si necesitara mi aprobación para empezar con la acción, yo sólo cerré los ojos, y de pronto sentí su lengua recorrer mi verga, para luego chuparla como una profesional. Jimena seguía sentada sin decir ni hacer nada, pero con la vista clavada en mi pija, en eso Miriam levanta la mirada y con un gesto la invita a acercarse, Jimena se para y camina lentamente hacia nosotros, pero por un momento duda en seguir. Miriam, que no largaba mi pija, la agarra de la mano y la guía como para que se agache a la altura del sillón, Jimena lentamente se arrodilla frente a mis piernas, y deja que su amiga lleve su mano hasta mi verga. Una vez que la tocó se liberó, de pronto no había nervios, bajó su cabeza y empezó a chuparmela como si fuera la última vez.

No hace falta contarles que no aguanté nada, tenía a mi novia besándome desaforadamente mientras su mejor amiga me chupaba la pija, ya era demasiado!! Le dije a Miriam en el oído que no aguantaba más, entonces bajó su cabeza y me la chuparon entre las dos unos segundos hasta que exploté. Miriam se la puso en la boca y recibió toda la leche, y para mi primer asombro de la noche, le agarró la cabeza a Jimena y la besó en la boca compartiendo el premio ganado, nunca olvidaré esa imagen. Ellas por supuesto estaban como locas, yo me quedé sentado mirando como directamente en el piso Jimena se acostaba y Miriam se acomodaba para un hermoso 69.

Así estuvieron varios minutos, chupándose como si lo hubiesen deseado toda la vida, yo aproveché para subir a mi cuarto a buscar preservativos y lubricante. Cuando bajé, se habían adueñado del sillón, Jimena estaba acostada con las pierna abiertas y Miriam le estaba metiendo los dedos mientras le jugueteaba con las tetas, en cuatro como esperando mi llegada. Me toqué un poco para lograr una erección, me puse un forro y lo unté con bastante lubricante, me acomodé con una pierna sobre el sillón y se la metí de una a mi novia, que por un momento largó la concha de su amiga para decirme que quería acabar. La cogí así mientras ella chupaba desaforadamente la concha de su amiga, hasta que levantó la cabeza y soltó un gemido increíble.

Miriam se sentó a mi lado exhausta, yo la agarré a Jimena y la paré delante de mí, apunté mi verga al cielo como invitándola a sentarse, pero cuando lo iba a hacer la giré obligándola a sentarse de espaldas, con los pies sobre el piso. De pronto tenía la vista soñada, el mejor culo me miraba mientras mi verga aparecía y desaparecía en su concha. Mi novia, que no quería perderse nada, se llenó un dedo de lubricante y despacito empezó a jugar con el ano de la amiga hasta metérselo enterito en el culo. Cuando los dedos ya eran dos, entendí lo que quería mi mujer, me paré, mi mujer se acostó y le pidió a Jimena que se ponga en cuatro, cosa de que le chupe la concha mientras yo me acomodaba detrás, repuse lubricante a mi verga, y de una estocada estaba en el orto que siempre quise estar, por un momento se quedó quieta como con dolor, pero me fui encargando de transformarlo en placer con movimientos lentos.

Jimena no tardó en acabar, y se aferró a la concha de Miriam como agradamiento, chupándola hasta hacerla acabar de nuevo. Yo me fui a lavar, al volver estaban las dos sentadas en el sillón, exhaustas y abrazadas, Miriam me preguntó como quería acabar, y sin dudar les pedí que me la chupen de nuevo entre las dos, que quería bañarlas en leche. Me paré frente a las dos, y así sentadas en el sillón empezaron con el mejor oral que recibí en la vida. Chupaban un rato cada una, le pasaban la lengua una de cada lado y al llegar a la punta se besaban. Cuando sentí que no podía más, se la metí en la boca a Jimena y le largué el primer chorro, enseguida se la saqué para que Miriam terminase de sacarme todo. Esa noche nos fuimos a dormir sin ni siquiera hacer un comentario. El domingo, intenté sacar el tema con el claro objetivo de repetirlo, pero las dos lo esquivaron. Aunque nos seguimos viendo los tres, nunca volvió el tema, pero no pierdo las esperanzas.