martes, 4 de mayo de 2010

La Honestidad 1

Hay veces en las que dudo de mi sanidad mental.
No es que piense que estoy loco, pero si pienso que mis gustos sexuales muchas veces están al límite de lo zarpado.

Siempre tuve y tengo particular encantación con las partuzas. Ya sea dos minas y un tipo, dos tipos y una mina,..o directamente una orgía.

Tuve la suerte que en mi vida pude realizar algunas de mis fantasías. Eso no sería nada raro, a la mayoría de los tipos nos gustan las festicholas, pero mi problema es que pasado un tiempo no dudo en ofrecérselo a mi pareja, lo cual me ha traído más de un quilombo, porque las minas, en un primer momento, piensan que si uno les dice que se quiere enfiestar es como si no las quisiera, como si no nos importaran, o directamente como si las tratáramos de putas.

Por lo menos para mi, nada más lejos de la verdad.

No por parecer recatado, quiero confesar que muy pocas, pero POCAS veces he recurrido a los servicios de chicas profesionales. No porque sea un ganador, sino porque en éstos tiempos, y SIDA de por medio hasta cuesta encontrar una buena puta.
No te la chupan si no es con forro, no te dan besos en la boca porque es entregarse, si pudieran te acariciarían con guantes de látex, y lo peor de todo es que gritan y ponen cara como si les estuvieras destrozando la concha.

Se que ahora aparecerán los “destructores de mitos”, y contarán que a ellos una vez se la chupó una puta sin forro, que le acabaron en la boca y que se tragó toda la leche, o peor aún algún “fantaseador”, dirá que de lo mucho que la hizo gozar la trola no le cobro.
Lamentablemente a mi nunca me pasó.

Es por eso que prefiero lo caserito. Esas que cuando te besan te dan la lengua, y cuando te la chupan saborean los jugos, y que te piden que te pongas un forro solamente para coger.

Esas que te acarician el pecho todo sudado, después de echarse un buen polvo.
Conclusión: prefiero pagar una buena cena, por la mínima posibilidad de cogerme un chica común, que poner la guita para “con certeza” cogerme una trola.

Pero bueno, volviendo al tema de las partuzas, mi satisfacción consiste en comerle el bocho de tal manera a una mina común, de forma tal que ella misma descubra, desee y termine pidiendo compartir una partuza.

Cierta vez una amigo mio me dijo: “Las argentinas cogen, o vuelan.,..y la única argentina que vuela en Aerolíneas Argentinas”

Entonces partiendo del axioma de que al común de las minas le gusta tanto coger como a los tipos, puede inferirse que a las minas también les puede gustar una fiesta.

Sin pretender ser un decálogo, mi experiencia me ha demostrado, que una vez planteado el tema, se pasa del asombro,..”Qué cosa??,…al rechazo..”Vos estás loco..!!”, a la duda..”Y cómo te lo imaginás.?’”,…a incorporarlo .” Con quién te lo imaginás?”,…a incorporarlo al sexo de la pareja “Contame que me harían?”,…a gozarlo…”La verdad es que también era mi fanstasia”,..a dejarla picando “Si algún dia se dá,..no sé,..por ahí me predería”

La cuestión es no presionar, y dejar que la otra persona descubra sus ratones a su tiempo, si le gustaría con otro tipo o con una mina, si le gustaría sólo el sexo oral, o si directamente sueña con que se la cojan. Si fantasea con una mina chupándole la concha, o con un tipo haciéndole el culo,..El deseo siempre está, lo que ocurre es que los tipos somos muy ansiosos, o muy mandones (dirían las minas), y queremos hacer la porno con nuestra pareja en una semana y con su mejor amiga..!!!!

Bueno, como ya les dije esa es mi debilidad.
Y como no podía ser de otra manera llegó el momento en el que planté la semillita en mi novia.
Las etapas fueron más o menos como les conté, y de casi salir huyendo de la cama, llegó el dia en que ella sola, cuando se ponía en cuclillas para chupármela, hacía chistes referidos a que esa sería una buena posición para que un tipo se la pusiera por atrás.
Todo era parte de nuestro juegos de pareja, y ella disfrutaba tanto de mis fantasias, como de incorporar las suyas. Entre nosotros habíamos establecido que intentaríamos no dejar nada por decirnos.

Cierta vez, por razones de trabajo tuve que viajar al exterior por dos meses. Al regresar eran tantas las ganas acumuladas que ambos teníamos que estuvimos encerrados en mi departamento todo el fin de semana cogiendo.

Fue después de una de las sesiones de sexo, que Silvia me dijo: “Te puedo decir, algo?”
“Dale”
“Pero mirá que te puede llegar a joder, y por ende joderme a mí”
“Más me jodería que ahora no me lo contaras”

Bueno, hizo una pequeña introducción, de nuestro arreglo de decirnos todo, y de nuestra postura liberal respecto al sexo,..para terminar contándome.

Resulta que una vez, cuando vos no estabas, fui a comprar unos libros, y me encontré con un antiguo amigo” “Nunca había pasado nada, pero yo sabía por otras amigas que me tenía ganas” “Enseguida empezó a coquetear conmigo y yo le seguía el tren” “Me invitó a salir, y yo acepté”

“La cuestión es que al terminar la salida, fuimos a su casa, y terminamos cogiendo”

La verdad es que me quedé asombrado. No tenía palabras.
Durante años habíamos hablado de la honestidad, y ahora ella lo estaba siendo conmigo.

A ésta altura quiero aclarar que yo tengo 47 años, y mi novia 40.
Es decir no estamos hablando de la pareja de noviecitos que se toman de la mano y caminan por la plaza pensando el nombre de sus futuros hijitos. Ambos habíamos tenido nuestros respectivos matrimonios, y otras parejas.

Me sonreí. Recién habíamos terminado de coger, estábamos tirados en la cama y mi pareja me estaba contando que se había cogido a un tipo.

“Nooo,..contame bien”, le dije.

“En serio querés que te cuente? Qué querés que te cuente, me lo cogí, y punto.!!”
“Quiero que me cuentes los detalles” “Cómo te lo cogiste?”

Estuvimos un rato negociando si me iba a contar o no. Ella llegó a entender que no me sentía mal por el hecho, pero que de la misma forma que habíamos incorporado mi fantasía y la habíamos terminado haciendo nuestra, yo quería que su experiencia se terminara incorporando a nuestra relación y que era peor dejar abierto el hueco de la duda.

Me contó que fueron a cenar, y que al terminar él la invitó a su departamento, ella estaba un poco chispeada por el alcohol, sin ser excusa, y aceptó.

Al llegar al departamento, el trajo más bebida, se sentaron juntos en un sillón charlando de cosas generales, que él le había apoyado la mano sobre el muslo, que ella lo dejó hacer y que comenzó a acariciarla y a subir su mano.

Ella comenzó a calentarse, abrió sus piernas, y dejó que la tocara.
El acarició su vagina por sobre su bombacha, la corrió y le acarició los labios. Ella sintió que estaba totalmente entregada, comenzó a besarla mientras le metía un dedo.
Le subió la minifalda, y le sacó la tanga. Ella apenas levantó la cola, para facilitarle la tarea. El se arrodilló frente a ella y buscó chuparle la concha, ella respondió abriendo sus piernas y ofreciéndole su vagina. Se la chupó hasta hacerla acabar.

Ahí, interrumpió su relato.

“Que más querés saber”, me dijo.

“TODO”

Se paró, se bajó el pantalón y se volvió a sentar en el sillón. Me pidió que me parara, me puso de espaldas, y me dijo que me sentara para penetrarme por detrás. Le pedí que se pusiera un forro.
Sacó una caja del bolsillo del pantalón. Se lo colcó, y volvió a pedirme que me sentara. Sentí que me la estaba poniendo. Cuando me quedé sentada sobre su verga, empezó a acariciarme los pechos. Yo subía y bajaba. Realmente estaba muy caliente y acabé de nuevo.
Bueno, después fuimos al cuarto, nos desvestimos y volvimos a hacernos el amor.

“Ya está, eso fue todo” “No lo volvía ver más” “Fue una calentura del momento” “No es excusa, pero fue una calentura y punto”

Yo tenía ganas de seguir preguntando, pero su relato me había calentado, y aparentemente a ella también así que empezamos a hacernos el amor. Ella me pidió que le hiciera la cola, y le acabé en su culo, al mismo tiempo que ella se pajeaba y acababa.

A partir de esa charla nunca más volvimos a tocar el tema. Nuestra relación siguió como siempre, y creo que sirvió para que ambos comprobáramos que nuestro pacto de ser honestos estaba funcionado. Ni yo tomaba represalias ocultas, ni ella se distanciaba pensando que yo había quedado dolido.

Ahora hablábamos más libremente respecto a tipos que a ella le gustaban, o que yo intuía que le tenían ganas, y ella jugaba más libremente a enfiestarse confiando en mi reacción.


CONTINUARA