lunes, 24 de mayo de 2010

Cumpleaños con regalo virgen

Era mi cumpleaños número 25 y no tenía nada previsto, solo salir ese sábado por la noche a festejar, medidamente, porque el domingo tenía que laburar desde muy temprano. Habíamos terminado de jugar un partido de rugby con mi mejor amigo, Carlos, fuimos a casa a bañarnos y arreglarnos para ir a la radio y hacer el programa que teníamos por esa época.
Antes de salir de casa, Carlos llamo a su novia para avisarle que estábamos en camino y que nos encontraríamos después del programa. Fue en ese momento que Natalia (la novia de Carlos) le dijo que nos esperaría en el kiosco que estaba a media cuadra de la radio.
La cuestión es que después del programa, fuimos a buscar a Natalia para irnos a casa a cenar y posteriormente salir.

Llegamos…, Nata estaba charlando con Jimena, la joven vendedora que estaba cumpliendo su turno. Saludos de rigor y los habituales “feliz cumpleaños” hacia mi persona. Estuvimos hablando un rato para ver que hacíamos y arreglamos que nos encontraríamos en casa para realizar una cena entre los cuatro (SI…, los cuatro).

Resulta que como yo estaba solo, sin pareja en ese momento, Nata había conseguido convencer a la petisa (Jimena), para que se nos uniera en el festejo, y de paso ver si pasaba algo entre los dos.
Aclaro que nadie más que mi amiga, conocía a Jimena.
Convenimos en irnos con Carlos a preparar la cena mientras las chicas esperaban que llegara el reemplazo en el kiosco para ir. En el camino, íbamos conjeturando mil y una cosas, de lo que podría llegar a ocurrir esa noche.
De una sola cosa estábamos seguros; y era que Carlos daba por hecho que tendría sexo en casa (obviamente con su novia). De mi parte, anhelaba poder hacer lo mismo, pero todo quedaba librado a la suerte y dependía solamente como venia la mano con esta chica que acababa de conocer, y de lo que Natalia podía hacer desde su rol de “celestina” mientras transcurrían los minutos hasta nuestro encuentro.

Eran las 10 de la noche cuando sonó el timbre, ya estaba casi todo listo. Era Natalia, sola, quien había llegado… Debo reconocer que todas mis expectativas se vinieron abajo al verla llegar sin compañía…
Le pregunte que había pasado, si Jimena se había arrepentido o si el esperado reemplazo no había llegado…
- Nooooo…, ya viene – me respondió- fue a cambiarse y a comprarte un regalito, no quería venir con las manos vacías….
- Quédate tranqui… ya esta todo arreglado… - continuó
- Como que esta todo arreglado? Que le dijiste? – le pregunté
- Nada… , le gustaste mucho y por eso viene… nada mas… solo eso
Nata no se digno a emitir mas palabras al respecto, derivando la conversación hacia que habiamos cocinado y de cómo nos habia ido tanto en el partido como en el programa.
No pasaron más de veinte minutos, que nuevamente sonó el timbre, era Jimena…
Ella era chiquita, no media más de 1,60. No puedo decir que era rubia, porque tenia dejos rojizos en su cabello corto, ojos verdes, tez muy blanca, salpicada de una gran cantidad de pecas, adornaba constantemente su cara, una enorme sonrisa, enmarcada en un par de finos labios.

La recibí con un beso en su mejilla y la acompañe al living, donde mis amigos esperaban. Pude comprobar que tenía un cuerpo acorde con su talla, buenas piernas y una prominente cola, que el jean que llevaba puesto marcaba y exponía de una manera muy particular. Sus pechos chiquitos pero turgentes, ofrecian un par de pezones que se notaban atravez de su suéter de hilo blanco.
Me había comprado una botella de vino como regalo. Le agradecí el obsequio, nuevamente con un beso. La note un poco incomoda, tensa…, debido a que no nos conocía, pero con mucho tacto (cosa de la que a veces carezco), logre que se fuera relajando un poco. Para cuando fuimos al comedor, ya su timidez había desaparecido.

Cenamos entre charlas y risas, frases con doble sentido y chistes de subido tono, como si fuéramos amigos de toda la vida.
Nos enteramos que tenía 18 años, que era de Capital Federal, que hacia varios años que estaba en la ciudad, por razones laborales de su madre. Vivian las dos solas, ya que su padre había fallecido. Terminando la secundaria. Sin novio desde hacia mucho tiempo. Y que hacia un par de meses que estaba trabajando en el kiosco.

Tuve que responder una batería de preguntas sobre mi y mi vida sentimental, cosa que suponía podía pasar (me imagino, que eran mas para corroborar lo que le había contado Nata que por curiosidad).
A la hora del café, rumbeamos para el living devuelta. Casi sin planearlo, nos sentamos juntos en unos de los sillones. Ya se había quebrado otra barrera, teníamos un leve roce en partes de nuestro cuerpo. Carlos al observar esta situación comenzó a decirnos y “cargarnos”, que nos veíamos muy bien como pareja. Natalia tampoco se quedo atrás y nos pedía insistentemente que nos besáramos. Sonó el teléfono, nos quedamos en silencio y atendí. Era Mariela, una piba a la que había estado tratando de “apretarme” unos días antes y que prometí volver a llamar (promesa que no había cumplido).

Quería verme, esa noche… Le dije que estaba ocupado, pero poco le importó, di un par de explicaciones todo delante de Jimena, que me miraba con desconcierto y corte.
Obviamente mi invitada me pregunto quien era y que había pasado, me “pinto” contarle con lujos de detalles lo ocurrido.
Para cuando nos dimos cuenta, estábamos solos en el living. Nos entretuvimos tanto con la charla, que ni siquiera nos dimos cuenta que Carlos y Nata, ya habían desfilado para el dormitorio. Hicimos silencio, tratando de escuchar algo, una pendejada realmente, pero nos mataba la curiosidad… Nada…por el momento!!!
Nos miramos y largamos la carcajada al unísono, era una total boludez lo que hacíamos.

Volvió a sonar el teléfono, nuevamente era Mariela, insistente con verme. Le dije que no podía porque estaba con alguien… Para que se lo dije???
Empezó a gritarme que era un hijo de p…, que la había usado y todas esas cosas que se dicen cuando el despecho aflora. Traté de calmarla con suerte nula. Jimena, ya se había parado a mi lado y escuchaba todo. Del otro lado no dejaban de putearme, ya no sabia que hacer, si le cortaba me iba a estar llamando a cada rato, no tendría paz.
La petisa agarro el teléfono y se puso hablar ella. Yo me fui al baño, la naturaleza me convocaba, cuando volví me paso el teléfono haciendo señas que ya estaba todo aclarado y que estaba mas tranquila. En efecto, así era todo se había calmado, me pidió disculpas por todo lo que me había dicho, me prometió volver a llamarme en otra ocasión y luego cortó. Quede perplejo, no entendía un carajo… La mire a Jimena buscando una explicación, y ella solo sonreía…

- que le dijiste para que se calmara – pregunté
- nada en especial… , solo que era tu prima de Buenos Aires y que estaba conociendo el sur , y otras boludeces que no vienen al caso- me respondió
Le di las gracias, y me acerque para darle un beso, correspondiendo al favor realizado.
Fue directa, ni siquiera dudo un momento… mientras me acercaba, me agarro la cara y apoyo fuertemente sus labios en los míos. Su lengua recorrió toda mi boca con ímpetu. Mordió suavemente mis labios cuando intento separarse y arremetió nuevamente, pero esta vez comenzando a desvestirme.
Me saco la remera y comenzó a besar mi pecho. Procedí a quitarle el suéter y pude comprobar que sus pezones estaban muy erectos; quite su corpiño, dejando a la vista un precioso par de pechos.
Sin dejar de mirarme, desabrocho mi pantalón y continúo besándome, cosa que respondí casi con frenesí.
Mas de uno se imaginara que para esta altura estaba muy excitada, mi pene pedía a gritos ser tenido en cuenta.
Me abalance sobre sus pechos, los lamía y besaba como si fuera la primera vez que lo hacia, mis manos jugaron un rato en ellos y luego buscaron su cola…
Logre después de un rato, que pareció una eternidad, desabrochar y comenzar a bajar su pantalón. Me arrodille, besando su vientre, para poder sacarle el jean y las botas que traía. Había comenzado a gemir con el juego de mi lengua en su piel. Me tiraba del cabello, estaba excitadísima…
Pase mi lengua por su entrepierna sin ni siquiera rozar su vulva, sentí su primer espasmo, al momento que su bombacha comenzaba a mojarse.
Consideré oportuno llevarla a la habitación, así que la alcé y con mi cara pegada en sus pechos me dirigí a ese lugar.

Muy despacio la fui depositando en la cama, prendió la luz del velador, se sentó al borde, bajo mi pantalón y calzoncillo de una sola vez y se quedo mirando.
Prácticamente mi pene quedo frente a su cara, no hizo ni atino hacer nada, no me llamo para nada la atención esta actitud, porque imagine que me dejaba a cargo la iniciativa.
La miré, sus mejillas estaban rosadas, delatando el grado de excitación, ya que su piel era extremadamente blanca. Por alguna razón, eso me excitaba, nunca había estado con alguien con esa piel.
La tome de los hombros y la acerque a mi, quería que sintiera el roce de mi calido miembro sobre su vientre. Demás esta decir, que no solo teníamos una diferencia de edad evidente, sino que también había una diferencia de estatura de mas de 20 cm.
Tuve que agacharme un poco para besarla nuevamente, cuando sentí el segundo espasmo de su parte.
Acaricie su cola y comencé a sacarle la bombacha, que para este punto estaba toda mojada con sus jugos.
No dejaba de estremecerse a cada roce de mis dedos. Creo que el solo hecho de quitarle el último vestigio de ropa que quedaba hizo que se mojara nuevamente.
No voy a negar que esto sí llamara mi atención, y hasta estuve a punto de preguntarle al respecto, pero lo tome como algo natural en ella. Esta situación hacia que yo también me excitara por demás. Totalmente desnudos, la abrace y bese profundamente. La alcé buscando mi comodidad y ella respondió atenazando mi cintura con sus piernas.

Estaba muy mojada, se resbalaba… Tuve que agarrar su dura cola para que dejara de deslizarse.
Lentamente nos depositamos en la cama y fue como si una furia interna reprimida lograra encontrar su vía de escape. Comenzó a gemir desesperadamente, se retorcía de placer a cada roce de nuestros cuerpos, clavo sus uñas en mi espalda suavemente, me besaba y mordía descontroladamente.
Por mi parte, me había entregado a su juego, no deje parte de su pequeño y blanco cuerpo sin morder, lamer o tocar…. Solo obvie su sexo húmedo, para el cual reservaba mi mayor atención…
Una nueva explosión de sus jugos llego cuando lamí por primera vez su vulva…
Si bien había cierto rechazo ante esta situación de su parte, no podía detener mi avance, cada vez mas intenso.
Mi lengua recorrió tiernamente todo su sexo, libando hasta la última gota de su calido y salobre jugo. Esto me provocaba mayor excitación y por consiguiente mis ganas de penetrar ese “agujerito” eran casi irrefrenables.

Intente deslizar un dedo, pero me lo impidió casi instantáneamente. Con una mueca de espanto en su rostro, se sentó en la cama, alejándose de mí.
- Que te paso, Jime… - pregunté
- No te enojes, pero tengo miedo…
- Porque? Que te pasó? Hice algo que no te gustó?
- No Marce, es todo muy hermoso, muy lindo, pero… -hizo un breve silencio.
- Soy virgen…
- Ehhhh…!!!! Como que sos virgen…??? – pregunte incrédulo.
- Te pedí que no te enojaras… Si, soy virgen y tengo ganas de tener relaciones con vos, pero tengo miedo que me duela mucho…

Realmente no estaba enojado, más bien perplejo, era lo último que esperaba que dijera en ese momento. Obvio que varias veces, solamente por condición de “macho”, había imaginado, soñado, ideado, fantaseado, etc., con una situación como esta. Pero reconozco, aun ahora, que en ese momento solo dos pensamientos cruzaron por mi mente. O dejaba todo ahí , inconcluso, permitiendo que Jimena fuera desflorada por alguien que realmente la quisiera o tuviera un sentimiento genuino por ella, o continuaba, llevado por la excitación, con este encuentro canal que no dejaba lugar a dudas que seria solo eso, un momento de sexo y nada mas…??
Todo un dilema…
Talvez los rastros de excitación y temor en su rostro, provocaron que me sincerara con ella y le dijera lo que me pasaba.
- Gracias por decírmelo, otro me hubiera mandado a cagar – me dijo
- Yo no soy “otro”… soy así, no me callo y es por eso que ahora no sé que mas decir o que hacer – le contesté.
Imagino que fue mi confesión, la que allanó el camino, porque me miro por un rato y se acercó, abrazándome y besándome como si nada hubiera ocurrido.
- Quiero que seas el primero – me susurro al oído.
- No importa lo que pase después, te quiero adentro mío, ahora… – continuo.
La mire y comencé a besarle y lamer sus pechos. Mis manos recorrían su cuerpo con suavidad… pellizqué tiernamente sus pezones mientras mi lengua jugaba en su ombligo.
La respuesta era provocativa, excitante… jadeaba profundamente, eso me calentaba…
Llegue a su clítoris, estaba muy duro, con cada roce de mi lengua o labios, venia un espasmo… se sucedían uno tras otro…
Mi dedo anular ingreso muy lentamente en su vulva, con mucho cuidado de no provocar dolor… Era todo muy instintivo; si bien quería poseerla, también quería que fuera de la forma mas maravillosa… por lo menos, intentaba ser un lindo recuerdo en el futuro.
Debo haber estado estimulándola casi veinte minutos, tratando que disfrutara al máximo, cosa que logre con facilidad…
- Chupame la pija – le ordene
Agarro mi pene, y comenzó a lamerlo, buscando con sus ojos mi aprobación. Era obvio que mucha practica no tenia al respecto. Poco me importo cuando con sus dientes me hizo doler. Había un poco de tosquedad en sus movimientos, pero para esa altura, yo le “perdonaba” cualquier cosa. La libido hizo de las suyas y a pesar de todo tuve que pedirle que se detuviera un instante porque estaba a punto de eyacular.
Para reacomodarme y “enfriarme” un poco, la di vuelta y sin dejar de jugar con mis dedos en su clítoris y vulva, empecé a lamer su dura y blanca cola…
Su vagina estaba muy mojada, mis dedos se deslizaban con mucha facilidad.
Contraía sus glúteos impidiendo que pudiera lamer su ano. Deje que sola se fuera aflojando hasta que se ofreció por completo… chupe ese agujero deseado, lo lubrique para que mi dedo que había abandonado su vulva comenzara su labor…
El dedo fue entrando casi de a milímetro, pero no hubo ninguna queja de parte de Jime,
al rato ya eran dos los dedos, mientras mi boca recorría espalda, cuello, orejas… Bahhh, TODO…!!!
La recosté en medio de la cama, y no tuve pedirle nada más. Abrió sus piernas y me ofrendo su tesoro nunca antes violado.

Comencé a penetrarla muy despacio, mis movimientos eran muy suaves al principio, luego fueron incrementándose en intensidad, para este punto el “hecho estaba consumado”, y las sabanas eran el reflejo de lo sucedido. Una gran mancha rosada coronaba el centro de la cama, mezcla de su sangre y sus jugos que no dejaban de brotar.
No quise hacérselo saber, solo me tumbe a un costado y la acomode sobre mi, quería que ella con su inocencia perdida y su falta de practica, se tragara todo mi miembro y me llevara al clímax. Y así lo hizo. Me “cabalgo” de la manera que ella quiso, torpemente quizás, pero también de una manera deliciosa, y disfruto cuando una explosión de semen inundo sus pechos.
No dijo nada, se levanto y fue al baño a limpiarse. Yo mientras tanto, observaba cada uno de sus movimientos tendido en la cama con mi pene ya fláccido.
Regreso y comenzó a limpiarme el miembro, casi con devoción, para luego empezar a acariciarlo casi jugando con el.
Estaba absorto mirándola… ninguno de los dos emitió palabra alguna, solo eran cruces de miradas…
Al rato, como era de esperar e imaginar estábamos haciéndolo de nuevo. Yo un poco más distendido y calmo, ella con la misma intensidad del principio.
Había en Jimena tal disfrute del placer recién encontrado que, me pidió que la penetrara analmente, cosa que sin reparo alguno realice, acabando nuevamente en su cola.
Por la mañana, después de un breve pero reparador sueño, volvimos a la carga siendo interrumpidos por Carlos… Tenia que ir a trabajar…
Apuramos el trámite y fue tan maravilloso como el resto de la noche.
Nos vestimos y la acompañe a su casa.
Pueden creer que desde ese día no la vi nunca mas…!!!
Así es, nunca mas pude encontrarla… fui al kiosco y ya no laburaba… pase por la casa y toque la puerta como quien se confunde de casa y nada… nadie salio…
Al tiempo Natalia me contó que se había enterado que la madre de Jimena se había enojado mucho por el horario de llegada ese día, le había pegado muy duro y la había enviado con una pariente a Buenos Aires…
Todo quedo en una linda historia y un bello recuerdo de cumpleaños.