Las cosas en la vida, a veces se complican solas, pero otras veces uno mismo se encarga de complicarlas.
Yo tenía una relación espectacular con mi pareja Silvia, para los que no pasare a relatarles que nuestra vida de pareja y su parte sexual marchaba sobre rieles.
Ambos divorciados, habíamos transitado juntos todas las facetas sexuales que pueden experimentar una pareja.
Ella siempre de mente abierta y dispuesta a experimentar se había entregado a los placeres de forma entusiasta y a veces desbocada.
Fue así que desde aquella vez en la que le insinué de las miradas calientes de mi socio, terminamos casi a iniciativa de ella, entremezclados en un trío.
Luego fue ella la que sabiendo mi deseo de verla con otra mujer, convenció a su amiga, para darme de ésa forma un regalo de cumpleaños inolvidable.
Buscamos parejas, jóvenes solos, situaciones comprometidas de todo tipo. Bueno como decirlo, realmente una pareja abierta y sin prejuicios.
Silvia, es una mujer atractiva, y siempre me sentí enamorado de ella, pero lo que más me atraía era su personalidad. Un poco tímida al principio, pero luego brotaba de ella una catarata de deseo.
Era maravilloso ver la transformación de una niña, en la mujer más puta, capaz de sentir el deseo en su forma más salvaje.
Y afortunadamente yo la tenía para mi. Me amaba y yo la amaba a ella.
Pero nada en la vida dura para siempre.
Mi vida dio un vuelco inesperado, y yo quizás con intenciones de protegerla de mis quilombos, opté por pedirle que se fuera, que se alejara de mi vida, para no verse contaminada con mis problemas.
Juro, que quise protegerla.
Ella llorando me pidió quedarse, me suplicó que tratáramos de pasarlo juntos, como otras tantas veces nos habíamos enfrentado a los problemas. Yo estaba profundamente deprimido y no la entendí, no supe escucharla.
Lloramos. Lloramos mucho ante la despedida. Habíamos sido compañeros de la vida por cinco años.
Meses antes, habíamos estado planeando juntos mi regalo erótico de cumpleaños. Ella me amaba y quería dármelo todo.
Yo había realizado con ella todas mis fantasías. Pero ella sabía que había algo más.
Estaba mi amigo de la infancia, ése que ella conocía, ése ante quién nunca se habría animado a mostrarse, y ése fue mi pedido.
Ella se quedó dura.
Mi amigo, mi mejor amigo. Ella conocía a su esposa. Era una locura total.
A todo esto debo decir que mi amigo estaba ausente a mi fantasía. Respetaba a Silvia como mi pareja, aunque siempre reconocía y halagaba su belleza.
Lo fuimos planeando noche a noche, entre jornadas de sexo, y comidas. En las siestas. En las conversaciones.
Ella como de costumbre se empezó a erotizar con la idea. Me preguntaba como era él, que le gustaba en el sexo. Si la tenía grande. Todo era entremezclado con risas y besos.
La ruptura llegó antes. Yo la alejé. Si alejé a la mujer de mi vida.
Nunca lo pude superar.
Nos seguíamos hablando cada tanto, pero ya no como pareja. Ella estaba preocupada por mi, por mi situación.
Yo sentía que mi amor por ella, no había pasado. Pero ella herida no quería volver a pasar por un acercamiento por temor a otra ruptura.
Yo no volví a tener pareja, según ella decía tampoco.
Mi cumpleaños, lo pasé en soledad. En una soledad muy dolorosa.
Pasaron varios meses, y cierta vez quedamos en un café.
Fue doloroso, comprobar lo que habíamos sido, y lo que éramos ahora. Conversaciones vacías, sonrisas lastimosas, y un beso al despedirnos.
Ya no era “mi nena trola”.
Después de aquella vez, hablamos un par de veces.
Me sorprendió que aquella tarde me invitara a cenar….”el viernes 21:30, te parece?”
Sentí un cosquilleo en mi cuerpo.
Yo metido en mis quilombos, me había alejado de todo y de todos, y ahora aparecía Silvia con una invitación que sonaba más a mi vida anterior que a la vida de mierda que estaba llevando ahora.
Puntualmente llegué a su casa.
La subida en el ascensor se me hizo interminable.
Cuando abrió la puerta, pude ver lo bonita que estaba. Pollera suelta apenas por sobre la rodilla, camisa de seda rosa, con los primeros botones desabrochados, y el pelo recogido con una hebilla rosa al tono. Zapatos de taco alto, y una amplia sonrisa.
Me besó en la mejilla y me invitó a pasar.
El corazón me dio un vuelco, cuando ví sentado en el sillón del living a mi amigo, SI a mi amigo Jorge, mi amigo de la infancia y víctima anónima de nuestras fantasías.
Se levantó y me dio un abrazo. A él también hacía meses que no lo veía.
Me puse a llorar. El me apretó contra su pecho. Ahí me dí cuenta que seguía ajeno a nuestras fantasías.
La cena, fue un trámite. Ellos me preguntaban que había sido de mi vida, por qué me había alejado tanto.
Yo trataba de justificarme, de contarles de mi vergüenza.
Cada tanto Silvia, buscaba cosas de la cocina, y yo no podía dejar de seguir su figura. Ella se lucía.
Fue así que llegamos al café.
Nos sentamos en el living, y como ocurriera muchos años atrás cuando hicimos nuestro primer trío, Silvia dejó caer la bomba.
Jorge preguntó, por qué nos habíamos distanciado Silvia y yo, que siempre nos había visto muy bien, y que la había caído como una balde de agua fría saber de nuestro distanciamiento.
Ella comentó, que no había sido intención de ella, que ella se sentía muy bien y muy cómoda con nuestra relación,…”hasta inclusive estábamos planeando el regalo erótico para él”.
La cara de Jorge se transformó.
Para un tipo que llevaba 25 años casado con la misma mujer, escuchar hablar de “regalo erótico”, le subió las pulsaciones.
Soltó una pequeña carcajada, y dijo..”ahh, regalo erótico, y qué era?”
Yo sabía lo que se venía, y no podía creerlo.
“Enfiestarnos, lo dos con vos” “Tu amigo siempre tuvo la fantasía de que yo cogiera con vos”
El mundo se detuvo unos instantes.
Jorge esbozó una sonrisa. Yo agaché la cabeza. Y Silvia nos miró a los dos desafiante.
“Los tipos viven hablando de enfiestarse, pero si una mina dice coger, se ponen tímidos” “No jodan” “Y menos vos Jolo, que me llenaste la cabeza con tu amigo.”
No sabía si aquella era su venganza, por haberla separado de mi vida. Pero si me sentía abochornado.
Jorge no podía despegar el vaso de su boca.
Pero Silvia, vos sos la pareja de mi amigo?!, dijo
“Ya no”, me pateo hace meses.
Descruzó sus piernas, para levantarse, pude ver que la mirada de Jorge, buscaba el triangulito de su tanga.
Al pararse se agachó para darme un beso. Sabía que con ése movimiento seguramente Jorge estaba disfrutando de una hermosa vista del culo de Silvia.
Fue para la cocina.
Mi amigo y yo no podíamos intercambiar palabra. El estaba sonrojado, casi avergonzado.
Silvia trajo más café y repitió el mismo gesto, fue esta vez un beso en la mejilla de Jorge, al agacharse descubrí por qué Jorge se había puesto colorado, ….Silvia estaba sin bombacha.
Su conchita lucía brillante y depilada, mostrando los primeros indicios de su excitación.
CONTINUARA…………..
Yo tenía una relación espectacular con mi pareja Silvia, para los que no pasare a relatarles que nuestra vida de pareja y su parte sexual marchaba sobre rieles.
Ambos divorciados, habíamos transitado juntos todas las facetas sexuales que pueden experimentar una pareja.
Ella siempre de mente abierta y dispuesta a experimentar se había entregado a los placeres de forma entusiasta y a veces desbocada.
Fue así que desde aquella vez en la que le insinué de las miradas calientes de mi socio, terminamos casi a iniciativa de ella, entremezclados en un trío.
Luego fue ella la que sabiendo mi deseo de verla con otra mujer, convenció a su amiga, para darme de ésa forma un regalo de cumpleaños inolvidable.
Buscamos parejas, jóvenes solos, situaciones comprometidas de todo tipo. Bueno como decirlo, realmente una pareja abierta y sin prejuicios.
Silvia, es una mujer atractiva, y siempre me sentí enamorado de ella, pero lo que más me atraía era su personalidad. Un poco tímida al principio, pero luego brotaba de ella una catarata de deseo.
Era maravilloso ver la transformación de una niña, en la mujer más puta, capaz de sentir el deseo en su forma más salvaje.
Y afortunadamente yo la tenía para mi. Me amaba y yo la amaba a ella.
Pero nada en la vida dura para siempre.
Mi vida dio un vuelco inesperado, y yo quizás con intenciones de protegerla de mis quilombos, opté por pedirle que se fuera, que se alejara de mi vida, para no verse contaminada con mis problemas.
Juro, que quise protegerla.
Ella llorando me pidió quedarse, me suplicó que tratáramos de pasarlo juntos, como otras tantas veces nos habíamos enfrentado a los problemas. Yo estaba profundamente deprimido y no la entendí, no supe escucharla.
Lloramos. Lloramos mucho ante la despedida. Habíamos sido compañeros de la vida por cinco años.
Meses antes, habíamos estado planeando juntos mi regalo erótico de cumpleaños. Ella me amaba y quería dármelo todo.
Yo había realizado con ella todas mis fantasías. Pero ella sabía que había algo más.
Estaba mi amigo de la infancia, ése que ella conocía, ése ante quién nunca se habría animado a mostrarse, y ése fue mi pedido.
Ella se quedó dura.
Mi amigo, mi mejor amigo. Ella conocía a su esposa. Era una locura total.
A todo esto debo decir que mi amigo estaba ausente a mi fantasía. Respetaba a Silvia como mi pareja, aunque siempre reconocía y halagaba su belleza.
Lo fuimos planeando noche a noche, entre jornadas de sexo, y comidas. En las siestas. En las conversaciones.
Ella como de costumbre se empezó a erotizar con la idea. Me preguntaba como era él, que le gustaba en el sexo. Si la tenía grande. Todo era entremezclado con risas y besos.
La ruptura llegó antes. Yo la alejé. Si alejé a la mujer de mi vida.
Nunca lo pude superar.
Nos seguíamos hablando cada tanto, pero ya no como pareja. Ella estaba preocupada por mi, por mi situación.
Yo sentía que mi amor por ella, no había pasado. Pero ella herida no quería volver a pasar por un acercamiento por temor a otra ruptura.
Yo no volví a tener pareja, según ella decía tampoco.
Mi cumpleaños, lo pasé en soledad. En una soledad muy dolorosa.
Pasaron varios meses, y cierta vez quedamos en un café.
Fue doloroso, comprobar lo que habíamos sido, y lo que éramos ahora. Conversaciones vacías, sonrisas lastimosas, y un beso al despedirnos.
Ya no era “mi nena trola”.
Después de aquella vez, hablamos un par de veces.
Me sorprendió que aquella tarde me invitara a cenar….”el viernes 21:30, te parece?”
Sentí un cosquilleo en mi cuerpo.
Yo metido en mis quilombos, me había alejado de todo y de todos, y ahora aparecía Silvia con una invitación que sonaba más a mi vida anterior que a la vida de mierda que estaba llevando ahora.
Puntualmente llegué a su casa.
La subida en el ascensor se me hizo interminable.
Cuando abrió la puerta, pude ver lo bonita que estaba. Pollera suelta apenas por sobre la rodilla, camisa de seda rosa, con los primeros botones desabrochados, y el pelo recogido con una hebilla rosa al tono. Zapatos de taco alto, y una amplia sonrisa.
Me besó en la mejilla y me invitó a pasar.
El corazón me dio un vuelco, cuando ví sentado en el sillón del living a mi amigo, SI a mi amigo Jorge, mi amigo de la infancia y víctima anónima de nuestras fantasías.
Se levantó y me dio un abrazo. A él también hacía meses que no lo veía.
Me puse a llorar. El me apretó contra su pecho. Ahí me dí cuenta que seguía ajeno a nuestras fantasías.
La cena, fue un trámite. Ellos me preguntaban que había sido de mi vida, por qué me había alejado tanto.
Yo trataba de justificarme, de contarles de mi vergüenza.
Cada tanto Silvia, buscaba cosas de la cocina, y yo no podía dejar de seguir su figura. Ella se lucía.
Fue así que llegamos al café.
Nos sentamos en el living, y como ocurriera muchos años atrás cuando hicimos nuestro primer trío, Silvia dejó caer la bomba.
Jorge preguntó, por qué nos habíamos distanciado Silvia y yo, que siempre nos había visto muy bien, y que la había caído como una balde de agua fría saber de nuestro distanciamiento.
Ella comentó, que no había sido intención de ella, que ella se sentía muy bien y muy cómoda con nuestra relación,…”hasta inclusive estábamos planeando el regalo erótico para él”.
La cara de Jorge se transformó.
Para un tipo que llevaba 25 años casado con la misma mujer, escuchar hablar de “regalo erótico”, le subió las pulsaciones.
Soltó una pequeña carcajada, y dijo..”ahh, regalo erótico, y qué era?”
Yo sabía lo que se venía, y no podía creerlo.
“Enfiestarnos, lo dos con vos” “Tu amigo siempre tuvo la fantasía de que yo cogiera con vos”
El mundo se detuvo unos instantes.
Jorge esbozó una sonrisa. Yo agaché la cabeza. Y Silvia nos miró a los dos desafiante.
“Los tipos viven hablando de enfiestarse, pero si una mina dice coger, se ponen tímidos” “No jodan” “Y menos vos Jolo, que me llenaste la cabeza con tu amigo.”
No sabía si aquella era su venganza, por haberla separado de mi vida. Pero si me sentía abochornado.
Jorge no podía despegar el vaso de su boca.
Pero Silvia, vos sos la pareja de mi amigo?!, dijo
“Ya no”, me pateo hace meses.
Descruzó sus piernas, para levantarse, pude ver que la mirada de Jorge, buscaba el triangulito de su tanga.
Al pararse se agachó para darme un beso. Sabía que con ése movimiento seguramente Jorge estaba disfrutando de una hermosa vista del culo de Silvia.
Fue para la cocina.
Mi amigo y yo no podíamos intercambiar palabra. El estaba sonrojado, casi avergonzado.
Silvia trajo más café y repitió el mismo gesto, fue esta vez un beso en la mejilla de Jorge, al agacharse descubrí por qué Jorge se había puesto colorado, ….Silvia estaba sin bombacha.
Su conchita lucía brillante y depilada, mostrando los primeros indicios de su excitación.
CONTINUARA…………..