lunes, 24 de mayo de 2010

De campamento

El fin de semana pasado nos fuimos a un camping en las afueras de nuestra ciudad con mi marido, fueron unos días tranquilos donde hubo poca concurrencia, la mayoría gente joven. El día que llegamos nos hicimos amigos de dos pendejos re lindos que fueron a pasar el fin de semana al igual que nosotros, ellos habían armado su carpa junto a la nuestra, sus nombres eran Cristian y Diego.

Los dos tenía muy lindos cuerpos debido a su juventud, pero se notaba que ambos estaban haciendo sus primeras armas en esto del sexo, y yo disfrutaba haciéndolos calentar. Me agachaba seguido mostrándoles la cola y cuando podía los rozaba con mis pechos y mi cola de manera casual, por ejemplo cuando fuimos a lavar los platos de la cena con Diego o cuando fuimos a buscar unas cervezas con Cristian, los tenía a ambos caminando por la palma de mi mano.

Por supuesto que ya lo habíamos hablado con Juanchi, el me había dado vía libre para que intentara hacer algo caliente con los chicos y como buena esposa sumisa siempre le hago caso a mi marido. Después de charlar y conocernos durante todo el día, por la noche nos quedamos jugando hasta tarde a las cartas y tomando algo de alcohol, por lo cual los cuatro nos desinhibimos bastante, el desgraciado de Juan sabe que cuando me pongo alegre hago cualquier cosa.

Comenzó a hacerme bromas de tipo sexual delante de los chicos, me dijo un montón de guarradas pero lo que mas impactó en los chicos fue cuando me dijo que no siguiera tomando porque si no esa noche iba a necesitar ayuda conmigo en la carpa. Al escuchar esto los dos inmediatamente se prendieron en las bromas y le decían a mi marido que si necesitaba ayuda ellos estaban dispuestos a sacrificarse por nosotros, a lo que les respondí siempre siguiendo con las bromas: -con todo lo hablamos se van a tener que sacrificar bastante los tres, porque yo estoy re caliente chicos- lo que provocó las risotadas de todos.

Pasó el tiempo y se hicieron casi las tres de la madrugada, ya nos íbamos a dormir pero quise darme una ducha, porque estaba toda transpirada debido al gran calor que hizo durante el día. Le dije a los tres con una sonrisa muy picarona si alguien me quería acompañar porque tenía miedo de ir solita (esto lo dije en serio porque el lugar estaba muy oscuro y los vestuarios quedaban a varios metros de donde habíamos instalado las carpas).

Juanchi rápido de reflejos me dijo: -que te acompañe uno de los chicos mientras yo acomodo todas nuestras cosas amor-, entonces Cristian se ofreció a acompañarme con la excusa de que el también quería ir al baño. Cuando nos íbamos abracé al chico tomándolo de la cintura rozando mis pechos en su cuerpo y siguiendo con los chistes de tónica sexual le dije a marido que si me demoraba no se preocupara porque estaba muy bien cuidada, los tres se rieron de mi ocurrencia mientras caminábamos hacia el vestuario.

Cuando llegamos, el vestuario estaba en total oscuridad, le dije que ni loca me quedaba sola, si por favor podía esperarme mientras me bañaba, Cristian no tuvo ningún problema, como a esa hora no había ningún tipo de movimiento entró conmigo y se sentó en unos de los bancos a esperarme. Sin darme cuenta había abierto una puertita para que sucediera lo que finalmente sucedió esa noche. La verdad es que yo quería que pase algo, entonces se me prendió la lamparita y ayudada por como se había dado las cosas, decidí calentar un poco el ambiente.

Colgué la toalla en el perchero, entre en la ducha y corrí la cortina pero no totalmente, asegurándome de dejarle un espacio a Cris para que pueda mirar mientras yo me bañaba, me saque la ropa y comencé primero a lavarme la cabeza, para luego dar paso a enjabonarme el cuerpo, por supuesto que me demoré mas de la cuenta enjabonando la zona de mis pechos y mi entrepierna, tratando de hacerlo de una manera muy sensual, casi como si me estuviera masturbando.

De reojo veía que Cristian no sacaba su vista de encima mío, pero lamentablemente no intentaba nada, por ese complejo tonto que tenemos las mujeres, me preocupé pensando que yo no le gustaba, entonces después de tomar coraje, abrí la cortina y le pregunté muy tiernamente, como solo una mujer sabe hacerlo, si no tenía ganitas de enjabonarme la espalda. En ese instante entendí lo que pasaba porque me miró con cara de pánico y me dijo: -Estás loca ¿y si viene tu marido?-. Sonriendo muy naturalmente le dije: -no tengas miedo, no pasa nada, mi marido me da permiso para que me porte mal-

No lo noté muy convencido, entonces salí de la ducha lo agarré del brazo y lo arrastré conmigo poniéndole el jabón en sus manos, muy suavemente comenzó a acariciarme la espalda, llegando tímidamente hasta el fin de la misma y el comienzo de la cola, pero no paraba de mirar la puerta por miedo de que entrara mi marido. Para intentar que se le pase el pánico, dándole la espalda tomé sus manos y las puse sobre mis pechos, ahora si sentí como sus caricias subían de tono y me apretaba las tetas, luego bajó una de sus manos a la zona de mi entrepierna y comenzó a acariciarme la conchita.

Le bajé la malla de baño liberando su verga y le arrimé la cola, en ese momento sentí como su verga comenzaba a despertarse y me sorprendí gratamente al notar el tamaño que alcanzaba. Al sentir todo su apoyo y sus caricias en mi clítoris y mis pezones no aguanté más y acabé en un orgasmo maravilloso. Después Cristian intentó penetrarme, pero como no habíamos llevado protección le dije que se aguantara un poco, es feo dejar a un hombre en ese estado así que comencé a besarlo muy apasionadamente, y mutuamente comenzamos a pajearnos, el introdujo dos dedos dentro de mi cuevita, y yo lo masturbé hasta que terminamos los dos al mismo tiempo, yo tuve otro orgasmo maravilloso y Cristian largo tanta leche que no lo podía creer.

Después el se cambió rápidamente y yo me tuve que lavar todo el semen que había derramado sobre mi cuerpo, el pendex tenía un miedo bárbaro, me dijo que nos apuráramos porque nos habíamos demorado mucho y sospechaba que mi marido podía aparecer en cualquier momento, entonces lo miré y le dije: -No tengas miedo. Para que veas que no te miento los invito a vos y a Diego a jugar en nuestra carpita del amor-. Cristian me miraba como no entendiendo nada.

Cuando volvimos a la zona donde estaban Diego y mi marido, vimos que seguían jugando a las cartas y tomando cerveza, Cristian estaba pálido y no emitía sonido alguno, ni siquiera quería mirar a Juan a la cara, pero el corazón le volvió al cuerpo cuando vio que me senté sobre la falda de mi marido, lo besé muy tiernamente y le dije si no tenía ganas de jugar al juego de los guerreros y las doncellas con los chicos, a lo que el me respondió: -Muy buena idea mi amor, porque no es justo que se diviertan solo vos y Cristian, Diego y yo también queremos algo de diversión-.

En ese momento a Cris le volvió el color al cuerpo mientras le explicaba a su amigo de que se trataba todo. Los cuatro entramos a la carpa y desplegamos el tablero del juego, que consiste en que los guerreros, (en este caso Cristian y Diego, porque Juanchi no pudo con su morbo y solo quiso mirar como jugaba la puta de su mujercita) tiren los dados y se adueñen de casillas que están marcadas en el tablero. Hicimos un poquito de trampa y tratamos de que no queden casillas sin ocupar, luego las doncellas (en este caso yo, pero mientras mas chicas haya el juego se pone más divertido por razones obvias) también tiran los dados y tienen que cumplir la penitencia que esta marcada en la casilla, con el guerrero dueño de dicha casilla. La doncella puede optar por cumplir o no la penitencia, pero en caso de no hacerlo, obligatoriamente tiene que volver a la casilla de inicio, el juego empieza light y luego se torna cada vez más caliente.

Comencé mi recorrido cayendo en una casilla que le pertenecía a Diego la cual decía: -Para poder seguir su camino la Doncella tiene que besar en los labios al Guerrero- entonces me acerqué gateando muy despacio, de forma muy sensual, apoyé mis labios sobre los de Diego y los dejé allí por unos segundos. La segunda vez que tiré el dado, caí en una casilla de Cristian, la cual decía: -para poder seguir su camino, la doncella tiene que acariciarle el pene al guerrero-, sin ponerme colorada apoyé mi mano sobre la verga del guerrero por encima del short y noté como la misma hacía honor a su juventud y despertaba nuevamente.

Así sucesivamente fui tirando el dado y cumpliendo mis “horribles penitencias” hasta que se fueron poniendo cada vez más calientes: por ejemplo tuve que poner mi mano dentro del pantalón de Diego y acariciar su pene, luego el me tuvo que lamer los pezones, Cristian me tuvo que acariciar la conchita, y al turno siguiente me tenía que sentar sobre el pene de Diego durante unos segundos, después le tuve que dar un besito en la punta de la verga, Cristian me tuvo que sacar la ropa interior y refregarme el pene por la cola, después a mi me tocó lamerle los testículos. Hay una casilla cuya penitencia es ir a otro cuarto con el guerrero y permitir que el te haga lo que quiera durante un minuto, me tocó esa casilla con Diego pero nosotros como solo teníamos la carpa tuvimos que salir, fuimos hasta un lugar cerquita pero bien oscuro, cuando llegamos al lugar el chico comenzó a meterme manos por todos lados como desesperado para luego empujar mi cabeza hacia abajo y obligarme a practicarle sexo oral.

Excitada por el jueguito no me resistí y me metí su verga en la boca, se la chupé como poseída, no se la medí pero a simple vista la tenía más grande que Cristian, tengo que confesar que nos pasamos del minuto, pero cuando me dí cuenta que estaba por terminar, me levanté y me fui como una histérica calienta pijas nuevamente dentro de la carpa, Diego me dijo casi rogando que no lo dejara así y yo sonriendo le respondí que si quería más íbamos a tener que terminar el juego.

Luego ya dentro de la carpa me tocó chuparle la verga al otro guerrero durante 1 minuto, entonces le agarré el pene y se lo succioné con mis labios, luego el guerrero Diego me tenía que lamer el clítoris y casi acabo cuando sentí su lengua recorriéndome la conchita. Luego tuve que acariciarme mutuamente los genitales con Cristian mientras nos besábamos. Obviamente que a esa altura estaba totalmente caliente y entregada cumpliendo mis penitencias, las cuales realicé una a una mirando con mucho morbo hacia la cara de mi cornudo marido, que no se perdía detalle de ninguna de las prendas mientras se franeleaba el pene muy suavemente.

Generalmente este juego nunca llega hasta el final porque en un determinado momento todo se desmadra y ya no se puede seguir jugando por razones obvias, eso nos sucedió a nosotros cuando caí en la casilla donde Diego tenía que introducir el pene en la vagina de la doncella durante 30 segundos. En ese momento grité en tono de broma: -Por fin se pone interesante este juego, ahora te voy a recompensar por lo que pasó afuera-.

La verdad que la estábamos pasando súper bien lamiendo y toqueteando nuestros cuerpos, pero yo necesitaba terriblemente sentir una verga bien adentro de mi concha, entonces rápidamente le di a Diego un preservativo que enseguida se colocó, me puse en cuatro patas ofreciéndole mi conchita que estaba totalmente abierta de la calentura y Diego sin hacerse rogar me ensartó la verga hasta el fondo. Sentí como me tomó de mis caderas y comenzó a moverme, sintiendo de esta forma como su verga entraba y salía de mi conchita muy profundamente.

En ese momento le hice señas a Cristian para que se acercara, cuando se puso cerca mío tome su pene y lo metí dentro de mi boca, primero comencé a lamérselo y luego a chupárselo. Habíamos instalado la carpa en un lugar no muy concurrido pero de todas maneras si alguien pasaba por ahí cerca podía ver desde afuera nuestras sombras y darse cuenta de lo que estaba sucediendo dentro de la carpa, pero la verdad es que con la calentura que tenía no me importaba en lo más mínimo.

Después de unos minutos Diego se recostó en el suelo y me monté encima de el ensartándome nuevamente su verga, lo miré a Cristian y le dije totalmente desinhibida y excitada: -haceme la colita que al cornudo de mi marido le encanta ver como me culean-, el chico se puso detrás mío y después de trabajarlo un poco, me ensartó la verga en mi culito, por supuesto que también se había puesto un preservativo, de esta forma comenzaron a practicarme una doble penetración fantástica y gracias a eso tuve infinidad de orgasmos. Le estaba brindando una noche fenomenal a estos pendejos, que creo sin temor a equivocarme que no la iban a olvidar fácilmente.

Después de unos minutos los chicos no aguantaron más y terminaron dentro mío, los tres quedamos exhaustos tirados en el piso, me encantaba sentir sus hermosos cuerpos juveniles sudados pegados junto al mio, después me acerqué a Juan y lo besé de una manera muy sensual, los dos nos miraban como no sabiendo que hacer, se cambiaron rápidamente como asustados mientras yo me divertía viéndolos apurados, luego se despidieron y se fueron a su carpa, quedamos en encontrarnos al día siguiente para almorzar, en ese momento me abalancé sobre la verga de Robert y en agradecimiento se la chupé hasta tragarme toda su lechita, sin derramar una sola gota, como se que a el le encanta.