lunes, 7 de junio de 2010

No te pude ver amante


AmanteSentí una cosquilla fría en la nuca que me recorrió la espalda llegando hasta el borde mismo donde empieza el pantalón, toda mi piel estaba helada y yo comenzaba a tiritar. Por más que estaba esforzándome mucho en recordar, no podía, no sabía cómo había llegado allí; estaba parada en esa habitación en penumbra mirando a mi alrededor, buscando algo que me resultara familiar, pero no veía nada conocido; yo nunca había estado allí.
Mi respiración estaba entrecortada, un poco por ese frío que atravesaba mis huesos y otro poco por el terror que me invadió al notar que no podía ni hablar ni moverme. Era como una estatua helada y rígida, pero viva. Todos mis músculos estaban tensos pero no respondían, sentía la boca seca y la lengua como una roca, áspera y pesada.

La penumbra del lugar me mostraba apenas la silueta de los muebles, todos parecían hermosos, grandes y antiguos pude ver un diván con cojines, sillas muy antiguas y retorcidas y una cama tremendamente grande cubierta de almohadones, nunca había visto una cama tan grande.
Podía percibir un aroma delicioso que llenaba mis cansados pulmones, se parecía al aroma de las rosas en primavera pero más dulce, sin llegar a ser empalagoso, estaba segura que ese aroma era el que no me permitía concentrarme y recordar. Solo pensaba en qué cosa se ocultaba a mis espaldas, de quién era ese aliento helado que se posaba en mi nuca.

Una tenue luz comenzó a iluminar todo el lugar, el terciopelo de los almohadones brillaba y todo se veía dorado y púrpura, era realmente hermoso. Ante la luz que me bañaba, me pregunté ¿tengo ropa?, no podía verme, mi piel se sentía tan expuesta acariciada por esa brisa helada que pasaba por mi cuerpo. Rozaba mis tobillos y rodeando mis pantorrillas subió por mis muslos como si fuera una gota enorme y fría que venciendo la gravedad sube recorriéndome.
Me estoy muriendo de miedo; pero aún así cuando su aliento rozó ese hueco que se forma entre mi abdomen y el hueso de mi cadera no pude evitar el inconfundible cosquilleo que más excitación me produce, y es cómo si esa brisa lo supiera, porque se detiene allí unos minutos y empiezo a perder la razón. A dónde fue a parar mi miedo?? No debería sentir tanto deseo; el mismo miedo se ha transformado en excitación.

Ahora ya no tiemblo de frío sino de lujuria, quiero ver, quiero sentir de una vez. Unas manos rodean mi cintura con suave presión y me atraen hacia atrás. Fue como si de golpe todos mis músculos se liberaran, caí en sus brazos y con los ojos cerrados solo me dediqué a percibir su piel en mi piel. Se sentía tan suave el roce de todos los pelitos de su cuerpo en mi espalda en mis muslos en mis pantorrillas, sus manos sobre mis caderas me acercaban a él ayudándome a seguir el ritmo ondulante de sus movimientos. Mis latidos y me respiración acompañaban esa danza y desde mi vientre empezó a nacer un fuego que bajó y se posó en mi entrepierna y allí aumento hasta que comenzó a quemarme y yo a derretirme, sentía como mis labios vaginales empezaban a hincharse y a bañarse de un delicioso líquido mientras su miembro crecía entre mis nalgas.

Bajo una de sus manos hasta encontrar mi bello púbico y alli se quedó unos minutos solo tocando por encima de mis labios húmedos hasta sentir como toda la vulva estuvo mojada y solo entonces dejó deslizar un dedo para posarlo sobre el clítoris duro y expectante, mientras su otra mano sobre uno de mis senos lo acariciaba con una pequeña presión y me mantenía firmemente pegada a su torso. Su pene latía furioso en con el roce de la piel suave de mi cola. El mismo dedo que jugaba con mi botoncito dulce se deslizó dentro de mi completando la lubricación necesaria... no necesitaba más ya estaba lista... y lo notó.

Con una de sus manos me inclinó hacia delante y cómo si siempre hubiese estado allí caí de rodillas sobre la cama llena de almohadones, quedé así en esa posición perfecta, completamente abierta, su pene me llenó de una sola vez entró completamente en mi vagina, podía sentir sus testículos rozando mi piel y sus lentas pero profundas embestidas parecían atravesarme, sentía sus manos en mis caderas atrayéndome con fuerza hacia él y aumentando el ritmo de nuestro juego hasta que sentí como los músculos que abrazaban su miembro se me contrajeron todos como en una especie de calambre intenso y vibraron todos la vibración recorrió mi cuerpo haciéndome explotar de golpe, succionándolo hacia dentro mío, mis brazos temblaron y caí sumergida entre almohadones, el sumergido en mis jugos se dejó llevar y sintió llegar su mayor placer, sentí su carne vibrar en mi interior sentí cada una de las sacudidas de su orgasmo, sentí el peso de su cuerpo sobre mi, mi cabeza daba vueltas, pero quería verlo, y no podía el peso de su cuerpo sobre el mio no me dejaba moverme, me quedé quieta... Y no sé por cuánto tiempo perdí la consciencia...


Cuando abrí los ojos mi respiración seguía agitada mis genitales pegajosos y calientes.
Miré en torno mío queriendo encontrar a ese Ser que me dejó en este estado; pero estaba sola.
En el aire se percibía el olor a apetito saciado, a sexo y sudor, pero estaba sola.

Estaba sola, en mi cama sola.