lunes, 7 de junio de 2010

El castigo merecido


Son las 9:30 de la noche, falta una hora para verlo. Me tome un largo baño de agua caliente y mientras aceitaba mis piernas no podía dejar de pensar en sus palabras “vas a ser ultrajada, denigrada, humillada y sobre todo vejada. Te voy a castigar perra mala”. Esa frase me llenaba de placer y de orgullo. Yo soy su esclava fiel y él es mi amo.

Relatos EroticosElijo con cuidado lo que voy a usar, debo estar perfecta. Ropa interior de encaje negro, ligas de red negras, una pollerita a tablas violeta y un top negro que no cubre todo mi abdomen. Para terminar, las botas negras que tanto le gustan. Todo en mí esta noche, gira en torno a su placer.
De pronto una idea se me ocurre, un juego, para hacer que mi castigo tenga un real fundamento. Lo iba a provocar, iba a despertar en el, la ira.

Nos encontramos en el mismo lugar de siempre, a la hora acordada. Estaba impecable como de costumbre, con esa mirada penetrante que lo caracteriza. Nos saludamos con un beso y mi juego comenzó. No tenía mucho tiempo.
- Decime nene, vamos a hacer todo lo que dijiste?
Supongo que lo tome por sorpresa, mi rol siempre es el de sumisa. Me miro y me contesto.
- Por supuesto, como siempre.
Me detuve un segundo, junte valor, lo mire fijo y le respondí.
- Me parece que no te vas a animar.
Su cara se transformo y una risa malvada se dibujo en mi rostro. Había pegado justo donde quería, en su orgullo.
Me tomo del brazo, me arrincono contra la pared con fuerza, acerco su boca a mi oído y dijo.
- Te parece que no soy capaz pendeja insolente? Vas a pagar por ese atrevimiento.
Sin soltarme del brazo me llevaba por las calles, yo solo podía reírme, no solo por que mi plan había funcionado, también era de nervios. Pero sabía que mi risa solo lo molestaba más.

Llegamos a la habitación del hotel y antes de entrar, quite su mano de mi brazo y le dije:
- Te falta mucha hormona para tratar a una mujer como yo.
En ese instante me pego una cachetada y me metió a la habitación haciéndome caer sobre la cama. Mi respiración comenzó a agitarse, tenía mucho miedo, pero no podía evitar sentir placer. Lo veía parado frente a mí, con toda la furia y la lujuria reflejada en sus ojos. Se saco el cinto y con el me ato las manos, me saco de la cama y me hizo arrodillar.
- Chupala puta!
Fue todo lo que escuche antes de que me atragantara con su pene. Me tomo del pelo y indio mi cabeza en su miembro hasta que no pude respirar. Podía sentir como llenaba toda mi boca y llegaba hasta mi garganta. Rozaba con mi lengua cada vena que se iba llenando de sangre con cada latido. Las lágrimas empezaron a correr por cuello y caían negras al piso. Empezó a controlar mi ritmo con su mano, que cada vez era más rápido y más profundo. Solo podía concentrarme en controlar las arcadas, que se producían cada vez que rozaba el fondo con su cabeza completamente hinchada y roja. Un minuto después pude sentir como me llenaba toda su leche, era espesa y agria y corría por mi boca interminablemente.

Me deje caer en el piso para recuperar el aliento, sabia que esto no había terminado. El seguía parado mirándome. Solo podía escuchar su fuerte y acelerada respiración.
Sin hablarme me levanto tomándome del cinto que sujetaba mis manos, me acostó sobre la cama y me arranco el top a tirones, comenzó a tocar mis pechos por encima del corpiño de una manera muy brusca, casi podía sentir dolor, pero aun así me daba mucho placer.

Se paro frente a mi y se quedo mirándome, me saco la pollera y la bombacha al mismo tiempo, puso una de sus rodillas a un lado de mi cintura, me sujeto con fuerza las manos, que estaban sobre mi cabeza y metió un dedo en mi concha que estaba completamente mojada. Se dio cuenta de cuanto me gustaba y no tuvo piedad de hacerlo cada vez más fuerte. Ahora eran dos dedos, que me hacían gritar de placer. No pude contener mis ganas y tuve el primer orgasmo, sentía sus dedos penetrarme y resbalarse entre mi humedad. Mis músculos se contraían involuntariamente y no pude evitar e segundo, que fue aun mas intenso. En ese punto mis gritos eran cada vez más fuertes.

Entonces me dio vuelta, puso mis rodillas sobre el borde de la cama y apretó mi cabeza sobre el colchón, volvió a tomarme del pelo, pero sin levantar mi rostro. En ese instante pude sentir su dedo entrar en lo cola, que estaba completamente parada y vulnerable a sus propósitos. No tuvo ninguna consideración y me penetro con su miembro completamente inflamado. Podía sentir cada parte en mi interior expandirse centímetro a centímetro, podía sentir su pene abriéndose paso cada vez mas profundo, y también podía sentir a mi cuerpo resistiéndose involuntariamente. Lo saco por un segundo y volvió a entrar con mas fuerza y profundidad.

Puso mis manos atadas en mi espalda y me tomo de ellas, levanto así mi cuerpo, hasta que solo quede sostenida por las rodillas, sujeto el cinto con ambas manos y su ritmo comenzó a acelerar, era tan rápido y tan violento que apenas podía soportar el dolor. Mis músculos internos se contraían cada vez mas intentando sujetar su pene. Entonces, sin soltarme, me dio vuelta y me sentó en la cama. Pude sentir como toda su leche corría por mi cara y caía en mi boca abierta, con mi lengua intente limpiarla por completo y cuando ya no pude lo hice con mis manos para después lamer cada centímetro de mis dedos, sin desperdiciar nada.
Mi juego había funcionado, el castigo era completamente merecido.