Hace ya algo de tiempo que dejé de trabajar en aquella empresa. La verdad es que nunca he contado esta experiencia tan fuerte porque vivo en un lugar pequeño, y todo esto siempre se llega a saber. Te puedo asegurar que esto es real, y aprovecho el anonimato que me da este relato para contar mi pequeño triunfo. Era una empresa un tanto grande y yo trabajaba como administrativo en el departamento contable. Llevaba trabajando unos dos años cuando destinaron a la hija del jefe en nuestro departamento. Nadie sabia en realidad de que se ocupaba y aunque se suponía que era una curranta cualquiera, pero al ser hija de quien era, la tía tenia un despacho propio mientras nosotros compartíamos un garito para varias personas. Te cuento como era la chica. Debía tener 28 años, bajita, con el pelo teñido ligeramente de rubio, unas buenas tetas, y un culo que sin ser nada especial me gustaba mucho por lo redondo que era.
Vamos, seguro que lo has visto de esos que asoman como piedras cuando los miras de perfil. Sus labios tampoco estaban nada mal y siempre que me hablaba me hacían sentir que era una comedora de pollas de primera. La verdad es que hasta aquí quizás puedas pensar que no era nada del otro mundo pero la verdad es que despertaba el morbo en mi y sensaciones muy fuertes. Los motivos eran claros, era la hija del mayor cabrón que he conocido, y además era la típica niña pija con aires de tirarse pedos con olor a violeta. Siempre pensé de alguna manera sacar a la guarra que aquella niña de papa llevaba dentro. Esta vez una de mis fantasías se iba a hacer realidad cuando nunca lo hubiese esperado.
Teníamos una relación un tanto superficial y la verdad es que nunca se me hubiese ocurrido haberme insinuado. Si que me había fijado que muchas veces al girarme al pasar ella me estaba mirando mientras paseaba aquel culo. Algo me decía que mi persona no le pasaba desapercibida. Un día su padre vino y me pidió que realizase un trabajo en el archivo que estaba situado en la planta superior, un sitio polvoriento y lleno de trastos. Tenia que pasar por la trituradora de papel unos documentos viejos, y hacer espacio para meter más cosas. Nada una mierda de trabajo que me iba a ocupar varios días cuando era el mes de Mayo y el calor ya iba a hacer más insoportable el encargo.
Vamos, seguro que lo has visto de esos que asoman como piedras cuando los miras de perfil. Sus labios tampoco estaban nada mal y siempre que me hablaba me hacían sentir que era una comedora de pollas de primera. La verdad es que hasta aquí quizás puedas pensar que no era nada del otro mundo pero la verdad es que despertaba el morbo en mi y sensaciones muy fuertes. Los motivos eran claros, era la hija del mayor cabrón que he conocido, y además era la típica niña pija con aires de tirarse pedos con olor a violeta. Siempre pensé de alguna manera sacar a la guarra que aquella niña de papa llevaba dentro. Esta vez una de mis fantasías se iba a hacer realidad cuando nunca lo hubiese esperado.
Teníamos una relación un tanto superficial y la verdad es que nunca se me hubiese ocurrido haberme insinuado. Si que me había fijado que muchas veces al girarme al pasar ella me estaba mirando mientras paseaba aquel culo. Algo me decía que mi persona no le pasaba desapercibida. Un día su padre vino y me pidió que realizase un trabajo en el archivo que estaba situado en la planta superior, un sitio polvoriento y lleno de trastos. Tenia que pasar por la trituradora de papel unos documentos viejos, y hacer espacio para meter más cosas. Nada una mierda de trabajo que me iba a ocupar varios días cuando era el mes de Mayo y el calor ya iba a hacer más insoportable el encargo.
Nada empecé el día indicado y estaba media mañana trabajando lleno de mierda como no te puedes imaginar cuando me paré a tomarme una coca-cola fumarme un cigarro, y desabrocharme la camisa para refrescarme un poco. Allí arriba no iba a subir nadie porque era el culo de las oficinas y me podía escaquear un rato. Cuando estaba unos minutos la vi aparecer por la puerta y pegué un salto del susto, más que nada porque sabia que aquella puta me iba a tirar una bulla. Cuando ya estaba poniendo cara de cordero degollado dispuesto a recibir el puro cuando, me empezó a pedir unos documentos.
Me quedé muy sorprendido por su reacción y me fijé que iba bastante más provocativa que lo normal. Recuerdo que llevaba una muy falda muy cortita y un top de lycra que le sostenía a duras penas aquellas dos tetas, y aquellas plataformas que hacían que su culo mirase muy alto. Le dije donde podía encontrar lo que buscaba y que yo mismo se lo bajaba porque estaba en lo alto de una estantería. Ella sorprendentemente me dijo que ella mismo los cogería aunque yo me presté a ayudarla a subir. Al verla encima de la escalera la muy guarra me dejó ver las minúsculas braguitas que llevaba y que dejaban salir los mofletes de aquel culo. La polla se me puso al mil, y se me marcaba descara-damente en el fino pantalón. La tía lo hizo increíblemente largo para asegurarse que no me perdía nada y la verdad es que no la defraudé.
Cuando bajó se arrimó demasiado cerca y notó el pollón que tenia. Me puso una mirada de perra en celo y me pregunto que pasaba, a lo que le contesté que me había puesto muy caliente. No me dejó acabar la frase porque se me abalanzó me cogió del culo y se apretó contra mi cuerpo para sentir mi barra de fuego. Le empecé a besar por el cuello y empezó a suspirar como un fuelle cuando le sobé las tetas. La pija me apartó y se fue hacia unas cajas que estaban unos metros atrás. Se subió encima y me miró con ojos de loba y las piernas abiertas. No pude aguantar más y me lancé hacia ella y le arranqué de un tirón las bragas y me bajé los pantalones. Ella ya estaba como una moto porque se ve que le iba el rollo violento.
La verdad es que a mi no me va ese rollo aunque dada la situación y por ser ella el objeto del cariño que sentía por su papá, y con ganas de domar a una niña pija, me porté como un verdadero bestia. Empecé por lo que más me gusta de una mujer: su coñito. Al principio no pude verlo bien porque empecé a chuparlo como si me fuese la vida en ello y pudiéndolo sentir todo en la boca con un sabor y un olor que me volvía loco. Estuve un rato haciéndole este trabajo y ella suspiraba y se retorcía, aunque me dediqué a hacer mejor mi chupada y le abrí al máximo las piernas apoyándolas en las cajas. Aquella hembra me ofrecía ahora su chocho en todo su esplendor y podía ver sus labios entreabiertos y muy rosados por la excitación. Me dediqué a recorrer los pliegues de aquel aromático coño con mi lengua de arriba a bajo una y otra vez. Me paraba en clítoris y ella gemía de manera un poco exagerada y cerraba algo las piernas para que no me despegase de allí. Me estaba poniendo las botas y tenia que hacer esfuerzos para que mi polla al máximo de su tamaño no tocase con nada porque me podía correr de la excitación. Lo mejor iba a llegar entonces porque cuando no lo esperaba baje mi lengua llena de su flujo hasta su agujerito del culo.
No se esperaba esa caricia y se corrió al introducir mi dura lengua en su ano y presionar toda mi cara en su coño. Fue una buena corrida porque ella se cogió a mi cabeza como si estuviese al borde de un precipicio. Ahora era mi turno y me incorporé yo para dejarla buena. La verdad es que entonces la picha me dolía de la excitación pero cuando la vi abierta de piernas, sudorosa, su faldita remangada, y con todo aquel coño dilatado delante mío me llegaron a temblar las piernas. Su gesto de perra viciosa, mordiendose el labio, sudorosa y despeinada me incitó a una penetrada total. Se la metí de un golpe con mucha facilidad porque estaba mojadísima, y fui yo quien soltó ahora un gemido porque aquel coño era una delicia. Estrechito y muy mojado, y lo que más me gustaba, era que parecía que había metido la polla en el mismo infierno.
No te puedes imaginar lo caliente que estaba el coño aquel. Empecé a empujar y ella se movía como una marioneta porque las cajas se movían bastante con mis embestidas. Le levanté las piernas todo lo que pude para sentir aun más su coño, mire hacia abajo y vi mi reluciente picha mojada por su flujo y me corrí solo con verlo. Ella se dio cuenta y me apretó contra ella para que no escapase ni una gota de mi leche. Fue una corrida brutal y nos quedamos un rato parados recuperando el aire pero a los pocos minutos ella todavía quería más. Saqué la polla y de su coño salió un borbotón de mi semen ella se levantó se quitó la falda y se fue hacia su bolso. Sacó un paquete de pañuelos y algo más que no vi lo que era. Se limpió el coño de mi semen y vino hacia mí, se agachó y también me dejó la picha limpia.
Entonces me demostró que aun tenia más ganas de guerra, porque empezó a besuquear mi polla. Me lo hacia como a mí me gustaba chupadas lentas, y húmedas a la punta de mi pene. Costó un poco ponerme en forma porque la excitación anterior había sido muy fuerte y larga. De todas maneras ver aquellos morritos que tanto me gustaban trabajar con tanta voluntad me pusieron a cien. La incorporé para colocarla encima de las cajas otra vez para perforarla cuando me pidió que quería jugar a algo. Me dijo que le había gustado porque tenia una cara de vicioso total y que quería que le hiciese una cosita especial. La muy zorrona me pidió al oído que utilizase su juguetito y dándome un lametazo en la oreja eliminó cualquier posibilidad de que yo dijera que no.
Me enseñó entonces aquello que había extraído de su bolso y que tenia escondido, un estrecho y pequeño vibrador de látex. Me dispuse a no defraudar a aquella zorra de primera y me dediqué a admirar aquel culete redondo cuando ella se puso a cuatro patas. Me arrimé y le comencé a chupar el ojo del culo, mientras ella me lo agradecía con grandes suspiros. Pasaba mi lengua por los alrededores del agujero donde la zona es tan sensible, y luego lentamente introducía mi lengua todo lo que podía en aquella cueva. Cuando hacia eso la muy zorra hacia fuerza para ayudarme y decía entre susurros cochinadas que no llegaba a entender del todo. Me chupé un dedo lo pasé por su coño mojado y se lo metí en el culo. Joder no había visto a una tía tan encendida y se mordía la mano para no gritar.
Le dije que si quería que utilizase su vibrador lo que tenia que chupar muy bien. Se lo puse en la boca y lo succionó como una niña un polo mientras mi dedo hacia movimientos para dilatar aquel agujero. Cuando ya la vi bastante excitada me puse detrás puse en marcha el vibrador y se introduje con delicadeza. Le hice algo de daño porque la lubricación no era la perfecta pero una vez se había acoplado al esfínter lo pude meter y sacar con más facilidad. Aquel culito se movía de manera muy sugerente y me cambié de postura para encañonarla por detrás. Esta vez se la metí más despacio para disfrutar aún más del calor de aquella cueva. Quería sentir cada centímetro de su coño y que mi polla la llenaba por completo. Ella comenzó a mover su culito en lentos movimientos circulares y yo cogí su ritmo acompañando sus movimientos. No le hice el típico mete y saca porque me excitaba sentirla mía al llenarla al completo con mi polla.
Por supuesto mi mano derecha no paraba con aquel consolador en su culo aunque ahora lo movía de manera circular para que las paredes de su culo sintiesen las vibraciones del juguete. Ella se puso muy cachonda con esa sensación en su culo y aceleró su respiración. Cuando noté que estaba a punto de venirse le introduje el vibrador en toda su extensión y empecé a meter y sacar mi polla de su coño con verdadera furia. Ella se corrió entre estertores y gruñidos. Yo al comprobar su orgasmo me puse ya demasiado excitado y después de penetrarla durante unos minutos me corrí apretando con fuerza mi polla dentro de su coño para llenarla de leche hasta el útero. Ella se limpió de nuevo y se puso la ropa que había quedado desperdigada por varios rincones. Se arregló el pelo en una coleta me dijo que había estado muy bien y se marchó sin decir nada más. Yo mientras también me había vestido y la verdad es que la situación era un poco violenta y yo no sabia donde mirar. Yo comprendí que aquello no volvería a repetirse y que ella se avergonzaba un poco de mostrarse tan puta.
Pasaron tres días y aunque me obsesionaba la idea de aquel polvazo y no podía evitar recordarlo a todas horas. De todas maneras durante esos días ella me esquivaba completamente y cuando se dirigía a mí era con una indiferencia total y con muy mala leche. Hasta los compañeros se dieron cuenta de esto y me preguntaban que le había hecho para que me tratase de aquella manera. Yo capté el mensaje e intenté apartarla de mi cabeza, y pensar en que me había vengado en su cuerpo de su papi. Que equivocado estaba porque era entonces cuando iba a venir lo mejor, algo que yo nunca hubiese esperado en aquellas circunstancias.
Habían pasado ya cinco días de aquel encuentro en el archivo cuando salió como una furia de su despacho y diciendo mi nombre con un grito. Me empezó a tirar una bulla tremenda y me di cuenta de cómo mis compañeros agachaban la cabeza pero no perdían nada de lo que me estaba diciendo. Me decía no sé que sobre unas gestiones que no se habían hecho y que iban a suponer un pastón para la empresa. Yo me sentí tremendamente humillado al ser reñido de aquella manera delante de todos mis compañeros y me hubiese levantado para pegarle un puñetazo a aquella niñata. Me contuve y me fui con ella a su despacho cuando me lo ordenó. Ella entró primero y yo la seguí cerrando la puerta una vez pasé.
Cual fue mi sorpresa al girarme para tomar asiento que se abalanzó sobre mí dándome un abrazo. Me dio un morreo con su húmeda lengua y me pidió que la follase. Yo me puse bastante caliente porque con el cabreo que había pillado después de la bulla delante de toda la gente quería portarme como un animal con ella. Sin embargo el poco sentido común que me quedaba en aquellos momentos, me decía que no debía hacerlo porque su despacho estaba pegado a la oficina y allí fuera estaban mis compañeros que podían oir perfectamente todo lo que pasase allí dentro. La puerta no se podía cerrar por dentro y era muy fácil que alguien entrase en la habitación sin llamar. Además en aquel despacho había una ventana que daba a la oficina y solo estaba pasada por una cortina. Yo le dije que no podía ser, y que hiciésemos algo para irnos al servicio y hacer allí guarradas. Ella estaba encendida a tope y me dijo que no, que lo quería allí y en ese momento. Se separó de mí, se fue hacia la ventana y pasó la cortina, se colocó encima de la mesa, se subió la falda y abrió completamente sus piernas.
No llevaba bragas la muy guarra y pude ver la misma y excitante imagen de aquel coñito tierno y carnoso de excitación. Desde donde estaba podía ver su humedad y me dejé llevar cuando me susurró que fuese. Nos dimos unos ardientes besos y me bajó la cabeza hacia aquel coñito. Aspiré aquel olor a hembra de verdad que tanto me había gustado la otra vez y me dispuse a hacerle otra vez una comida de primera. Le abrí las piernas por completo para ver aquellos labios y su clítoris en toda su belleza y me llevé una gran sorpresa. De su vulva salía un cordel y de ano otro, yo tonto de mí le pregunté si tenia la regla y se había puesto un tampón. Ella con aquella mirada de perra en celo me dijo que lo averiguase yo mismo. Comencé a estira del cordel del coño y note como sus labios se iban abriendo y por su vagina aparecía algo blanco. Al estirar por completo salió una bola del tamaño de una pelota de ping pong. Ella dio un profundo suspiro cuando hice esto y entonces lo comprendí, llevaba un buen rato unas bolas chinas en su coño de esas que estimulan tanto a una mujer. Saqué la segunda bola y volvió a pegar un pequeño grito y yo levanté aquel juguete a la altura de mi cabeza para que ella lo viese también. Lo chupé sin pensarlo dos veces dejándolo bien limpio porque debía haberlo llevado durante toda la mañana y estaba embadurnado de flujo, y melo guardé.
A ella le gustó ese gesto que aumentó más su excitación. Ahora iba a buscar que sorpresa se escondía en su culo, y al tirar de la cuerdecilla también salió una bola pero de un tamaño mucho menor. Eran una ristra de unas bolas del tamaño de una canica que se introducen en el ano. Viendo aquello le hice un trabajo del cual me siento orgulloso. Le paseé mi lengua por su coño con mucho cuidado de no tocar su clítoris, y cuando menos lo esperaba presionaba mi lengua en aquel botoncito con mucha fuerza mientras que mi mano tiraba del cordel y sacaba bruscamente una bola de su ano. Ella acompañaba cada uno de estos movimientos con un grito y se mordía el dorso de la mano para que no nos escuchasen fuera. Su excitación era total porque recuerdo que mi cara estaba toda mojada de su flujo. Cuando acabé este juego me levanté con las piernas temblando de excitación y con mi polla dispuesta a romper aquella zorra. Me desabroché el pantalón y allí mismo, subida cara a mí encima de la mesa, la penetré sin emplear ni las manos de lo mojada que estaba. De nuevo el meter bruscamente mi polla en aquella vagina que era un horno, y el sentir las paredes de su coño que me aprisionaban me hizo soltar un profundo gemido de placer.
Ella me tapó la boca para evitar que nos oyesen fuera, y empecé a bombear con furia. No te puedes imaginar el clímax que se alcanza tirándote a la zorra del cabrón de tu jefe, en un sitio que te pueden ver desde fuera o cualquiera puede entrar en el momento más inesperado. Una fuerza diabólica se apropió de mi persona y en muy poco tiempo se me nubló la vista y apreté aquel cuerpo descargando mi leche hasta en el último rincón de su coño. Tardé un minuto en recuperar el aliento, quedando como muerto encima de ella, pero ella pronto me movió porque no se había corrido y quería recibir su parte. Le dije que no podía echarle otro polvo en tan poco tiempo. Ella no se cortó ni un pelo y me hizo sentar en un sillón, se puso medio desnuda delante mío, levantó una pierna y la puso entre mis piernas.
A continuación tomo las bolas pequeñas y se las introdujo con furia en el culo. Cuando las tuvo todas dentro se monto a horcajadas sobre mi pierna y empezó a restregar y apretar su coño en mi muslo. Yo mientras ella hacia ese movimiento de masturbación le había subido la blusa y le chupaba los pezones, mientras mis dedos cogían su culo y acariciaban su ano. Esto le gustaba mucho porque esa zona debía ser muy sensible para ella. Busqué el extremo de del cordel y lo tomé con fuerza, ella me cogía la cabeza para hacer mas fuerza en su movimiento y suspiraba como una loca en mi oreja. Cuando por su respiración noté que se corría estiré con fuerza el cordel y saqué las bolas de su culo. Ella tuvo un orgasmo con una furia increíble y me marcó sus uñas en mis hombros semidesnudos. Recobramos el aliento y nos arreglamos la ropa, aunque se volvió a repetir lo mismo de la anterior vez. A ella le gustaba como le follaba pero era claro que entre nosotros había un mundo y yo no era el tipo que le convenía. Salí de allí sin decir nada pero contento porque había descargado mi cabreo con ella. Entonces vino lo peor, salir fuera sin que mis compañeros notasen el tomate que había tenido en esa habitación. Puse lo mejor que pude cara de cordero degollado y dando a entender que estaba derrumbado por la supuesta bulla que había recibido. Por suerte nadie pareció notar nada y en cuanto pude me escapé al lavabo para limpiarme y comprobar que mi aspecto no delatase mi gloriosa follada. Aquellos encuentros no se volvieron a repetir nunca más pero guardo muy buenos recuerdos de ellos. Al par de meses, por varios motivos, me marché de aquella empresa para entrar en otra. Todavía conservo las bolas que le robé a aquella zorra y alguna vez oliéndolas me he vuelto a excitar recordando aquello y me he masturbado. No las pienso lavar nunca porque todavía guardan el aroma. En la empresa que trabajo ahora, también hay una chica que es la hija del jefe. Éste es muy majo y agradable pero su hija es una cabrona de primera, y tiene un orgullo increíble. Esta chica tiene un cuerpo de verdadero infarto y es verdaderamente guapa, aunque estoy planeando algo para poder domarla como a la otra. Espero pronto te pueda contar otra experiencia como esta.
Me quedé muy sorprendido por su reacción y me fijé que iba bastante más provocativa que lo normal. Recuerdo que llevaba una muy falda muy cortita y un top de lycra que le sostenía a duras penas aquellas dos tetas, y aquellas plataformas que hacían que su culo mirase muy alto. Le dije donde podía encontrar lo que buscaba y que yo mismo se lo bajaba porque estaba en lo alto de una estantería. Ella sorprendentemente me dijo que ella mismo los cogería aunque yo me presté a ayudarla a subir. Al verla encima de la escalera la muy guarra me dejó ver las minúsculas braguitas que llevaba y que dejaban salir los mofletes de aquel culo. La polla se me puso al mil, y se me marcaba descara-damente en el fino pantalón. La tía lo hizo increíblemente largo para asegurarse que no me perdía nada y la verdad es que no la defraudé.
Cuando bajó se arrimó demasiado cerca y notó el pollón que tenia. Me puso una mirada de perra en celo y me pregunto que pasaba, a lo que le contesté que me había puesto muy caliente. No me dejó acabar la frase porque se me abalanzó me cogió del culo y se apretó contra mi cuerpo para sentir mi barra de fuego. Le empecé a besar por el cuello y empezó a suspirar como un fuelle cuando le sobé las tetas. La pija me apartó y se fue hacia unas cajas que estaban unos metros atrás. Se subió encima y me miró con ojos de loba y las piernas abiertas. No pude aguantar más y me lancé hacia ella y le arranqué de un tirón las bragas y me bajé los pantalones. Ella ya estaba como una moto porque se ve que le iba el rollo violento.
La verdad es que a mi no me va ese rollo aunque dada la situación y por ser ella el objeto del cariño que sentía por su papá, y con ganas de domar a una niña pija, me porté como un verdadero bestia. Empecé por lo que más me gusta de una mujer: su coñito. Al principio no pude verlo bien porque empecé a chuparlo como si me fuese la vida en ello y pudiéndolo sentir todo en la boca con un sabor y un olor que me volvía loco. Estuve un rato haciéndole este trabajo y ella suspiraba y se retorcía, aunque me dediqué a hacer mejor mi chupada y le abrí al máximo las piernas apoyándolas en las cajas. Aquella hembra me ofrecía ahora su chocho en todo su esplendor y podía ver sus labios entreabiertos y muy rosados por la excitación. Me dediqué a recorrer los pliegues de aquel aromático coño con mi lengua de arriba a bajo una y otra vez. Me paraba en clítoris y ella gemía de manera un poco exagerada y cerraba algo las piernas para que no me despegase de allí. Me estaba poniendo las botas y tenia que hacer esfuerzos para que mi polla al máximo de su tamaño no tocase con nada porque me podía correr de la excitación. Lo mejor iba a llegar entonces porque cuando no lo esperaba baje mi lengua llena de su flujo hasta su agujerito del culo.
No se esperaba esa caricia y se corrió al introducir mi dura lengua en su ano y presionar toda mi cara en su coño. Fue una buena corrida porque ella se cogió a mi cabeza como si estuviese al borde de un precipicio. Ahora era mi turno y me incorporé yo para dejarla buena. La verdad es que entonces la picha me dolía de la excitación pero cuando la vi abierta de piernas, sudorosa, su faldita remangada, y con todo aquel coño dilatado delante mío me llegaron a temblar las piernas. Su gesto de perra viciosa, mordiendose el labio, sudorosa y despeinada me incitó a una penetrada total. Se la metí de un golpe con mucha facilidad porque estaba mojadísima, y fui yo quien soltó ahora un gemido porque aquel coño era una delicia. Estrechito y muy mojado, y lo que más me gustaba, era que parecía que había metido la polla en el mismo infierno.
No te puedes imaginar lo caliente que estaba el coño aquel. Empecé a empujar y ella se movía como una marioneta porque las cajas se movían bastante con mis embestidas. Le levanté las piernas todo lo que pude para sentir aun más su coño, mire hacia abajo y vi mi reluciente picha mojada por su flujo y me corrí solo con verlo. Ella se dio cuenta y me apretó contra ella para que no escapase ni una gota de mi leche. Fue una corrida brutal y nos quedamos un rato parados recuperando el aire pero a los pocos minutos ella todavía quería más. Saqué la polla y de su coño salió un borbotón de mi semen ella se levantó se quitó la falda y se fue hacia su bolso. Sacó un paquete de pañuelos y algo más que no vi lo que era. Se limpió el coño de mi semen y vino hacia mí, se agachó y también me dejó la picha limpia.
Entonces me demostró que aun tenia más ganas de guerra, porque empezó a besuquear mi polla. Me lo hacia como a mí me gustaba chupadas lentas, y húmedas a la punta de mi pene. Costó un poco ponerme en forma porque la excitación anterior había sido muy fuerte y larga. De todas maneras ver aquellos morritos que tanto me gustaban trabajar con tanta voluntad me pusieron a cien. La incorporé para colocarla encima de las cajas otra vez para perforarla cuando me pidió que quería jugar a algo. Me dijo que le había gustado porque tenia una cara de vicioso total y que quería que le hiciese una cosita especial. La muy zorrona me pidió al oído que utilizase su juguetito y dándome un lametazo en la oreja eliminó cualquier posibilidad de que yo dijera que no.
Me enseñó entonces aquello que había extraído de su bolso y que tenia escondido, un estrecho y pequeño vibrador de látex. Me dispuse a no defraudar a aquella zorra de primera y me dediqué a admirar aquel culete redondo cuando ella se puso a cuatro patas. Me arrimé y le comencé a chupar el ojo del culo, mientras ella me lo agradecía con grandes suspiros. Pasaba mi lengua por los alrededores del agujero donde la zona es tan sensible, y luego lentamente introducía mi lengua todo lo que podía en aquella cueva. Cuando hacia eso la muy zorra hacia fuerza para ayudarme y decía entre susurros cochinadas que no llegaba a entender del todo. Me chupé un dedo lo pasé por su coño mojado y se lo metí en el culo. Joder no había visto a una tía tan encendida y se mordía la mano para no gritar.
Le dije que si quería que utilizase su vibrador lo que tenia que chupar muy bien. Se lo puse en la boca y lo succionó como una niña un polo mientras mi dedo hacia movimientos para dilatar aquel agujero. Cuando ya la vi bastante excitada me puse detrás puse en marcha el vibrador y se introduje con delicadeza. Le hice algo de daño porque la lubricación no era la perfecta pero una vez se había acoplado al esfínter lo pude meter y sacar con más facilidad. Aquel culito se movía de manera muy sugerente y me cambié de postura para encañonarla por detrás. Esta vez se la metí más despacio para disfrutar aún más del calor de aquella cueva. Quería sentir cada centímetro de su coño y que mi polla la llenaba por completo. Ella comenzó a mover su culito en lentos movimientos circulares y yo cogí su ritmo acompañando sus movimientos. No le hice el típico mete y saca porque me excitaba sentirla mía al llenarla al completo con mi polla.
Por supuesto mi mano derecha no paraba con aquel consolador en su culo aunque ahora lo movía de manera circular para que las paredes de su culo sintiesen las vibraciones del juguete. Ella se puso muy cachonda con esa sensación en su culo y aceleró su respiración. Cuando noté que estaba a punto de venirse le introduje el vibrador en toda su extensión y empecé a meter y sacar mi polla de su coño con verdadera furia. Ella se corrió entre estertores y gruñidos. Yo al comprobar su orgasmo me puse ya demasiado excitado y después de penetrarla durante unos minutos me corrí apretando con fuerza mi polla dentro de su coño para llenarla de leche hasta el útero. Ella se limpió de nuevo y se puso la ropa que había quedado desperdigada por varios rincones. Se arregló el pelo en una coleta me dijo que había estado muy bien y se marchó sin decir nada más. Yo mientras también me había vestido y la verdad es que la situación era un poco violenta y yo no sabia donde mirar. Yo comprendí que aquello no volvería a repetirse y que ella se avergonzaba un poco de mostrarse tan puta.
Pasaron tres días y aunque me obsesionaba la idea de aquel polvazo y no podía evitar recordarlo a todas horas. De todas maneras durante esos días ella me esquivaba completamente y cuando se dirigía a mí era con una indiferencia total y con muy mala leche. Hasta los compañeros se dieron cuenta de esto y me preguntaban que le había hecho para que me tratase de aquella manera. Yo capté el mensaje e intenté apartarla de mi cabeza, y pensar en que me había vengado en su cuerpo de su papi. Que equivocado estaba porque era entonces cuando iba a venir lo mejor, algo que yo nunca hubiese esperado en aquellas circunstancias.
Habían pasado ya cinco días de aquel encuentro en el archivo cuando salió como una furia de su despacho y diciendo mi nombre con un grito. Me empezó a tirar una bulla tremenda y me di cuenta de cómo mis compañeros agachaban la cabeza pero no perdían nada de lo que me estaba diciendo. Me decía no sé que sobre unas gestiones que no se habían hecho y que iban a suponer un pastón para la empresa. Yo me sentí tremendamente humillado al ser reñido de aquella manera delante de todos mis compañeros y me hubiese levantado para pegarle un puñetazo a aquella niñata. Me contuve y me fui con ella a su despacho cuando me lo ordenó. Ella entró primero y yo la seguí cerrando la puerta una vez pasé.
Cual fue mi sorpresa al girarme para tomar asiento que se abalanzó sobre mí dándome un abrazo. Me dio un morreo con su húmeda lengua y me pidió que la follase. Yo me puse bastante caliente porque con el cabreo que había pillado después de la bulla delante de toda la gente quería portarme como un animal con ella. Sin embargo el poco sentido común que me quedaba en aquellos momentos, me decía que no debía hacerlo porque su despacho estaba pegado a la oficina y allí fuera estaban mis compañeros que podían oir perfectamente todo lo que pasase allí dentro. La puerta no se podía cerrar por dentro y era muy fácil que alguien entrase en la habitación sin llamar. Además en aquel despacho había una ventana que daba a la oficina y solo estaba pasada por una cortina. Yo le dije que no podía ser, y que hiciésemos algo para irnos al servicio y hacer allí guarradas. Ella estaba encendida a tope y me dijo que no, que lo quería allí y en ese momento. Se separó de mí, se fue hacia la ventana y pasó la cortina, se colocó encima de la mesa, se subió la falda y abrió completamente sus piernas.
No llevaba bragas la muy guarra y pude ver la misma y excitante imagen de aquel coñito tierno y carnoso de excitación. Desde donde estaba podía ver su humedad y me dejé llevar cuando me susurró que fuese. Nos dimos unos ardientes besos y me bajó la cabeza hacia aquel coñito. Aspiré aquel olor a hembra de verdad que tanto me había gustado la otra vez y me dispuse a hacerle otra vez una comida de primera. Le abrí las piernas por completo para ver aquellos labios y su clítoris en toda su belleza y me llevé una gran sorpresa. De su vulva salía un cordel y de ano otro, yo tonto de mí le pregunté si tenia la regla y se había puesto un tampón. Ella con aquella mirada de perra en celo me dijo que lo averiguase yo mismo. Comencé a estira del cordel del coño y note como sus labios se iban abriendo y por su vagina aparecía algo blanco. Al estirar por completo salió una bola del tamaño de una pelota de ping pong. Ella dio un profundo suspiro cuando hice esto y entonces lo comprendí, llevaba un buen rato unas bolas chinas en su coño de esas que estimulan tanto a una mujer. Saqué la segunda bola y volvió a pegar un pequeño grito y yo levanté aquel juguete a la altura de mi cabeza para que ella lo viese también. Lo chupé sin pensarlo dos veces dejándolo bien limpio porque debía haberlo llevado durante toda la mañana y estaba embadurnado de flujo, y melo guardé.
A ella le gustó ese gesto que aumentó más su excitación. Ahora iba a buscar que sorpresa se escondía en su culo, y al tirar de la cuerdecilla también salió una bola pero de un tamaño mucho menor. Eran una ristra de unas bolas del tamaño de una canica que se introducen en el ano. Viendo aquello le hice un trabajo del cual me siento orgulloso. Le paseé mi lengua por su coño con mucho cuidado de no tocar su clítoris, y cuando menos lo esperaba presionaba mi lengua en aquel botoncito con mucha fuerza mientras que mi mano tiraba del cordel y sacaba bruscamente una bola de su ano. Ella acompañaba cada uno de estos movimientos con un grito y se mordía el dorso de la mano para que no nos escuchasen fuera. Su excitación era total porque recuerdo que mi cara estaba toda mojada de su flujo. Cuando acabé este juego me levanté con las piernas temblando de excitación y con mi polla dispuesta a romper aquella zorra. Me desabroché el pantalón y allí mismo, subida cara a mí encima de la mesa, la penetré sin emplear ni las manos de lo mojada que estaba. De nuevo el meter bruscamente mi polla en aquella vagina que era un horno, y el sentir las paredes de su coño que me aprisionaban me hizo soltar un profundo gemido de placer.
Ella me tapó la boca para evitar que nos oyesen fuera, y empecé a bombear con furia. No te puedes imaginar el clímax que se alcanza tirándote a la zorra del cabrón de tu jefe, en un sitio que te pueden ver desde fuera o cualquiera puede entrar en el momento más inesperado. Una fuerza diabólica se apropió de mi persona y en muy poco tiempo se me nubló la vista y apreté aquel cuerpo descargando mi leche hasta en el último rincón de su coño. Tardé un minuto en recuperar el aliento, quedando como muerto encima de ella, pero ella pronto me movió porque no se había corrido y quería recibir su parte. Le dije que no podía echarle otro polvo en tan poco tiempo. Ella no se cortó ni un pelo y me hizo sentar en un sillón, se puso medio desnuda delante mío, levantó una pierna y la puso entre mis piernas.
A continuación tomo las bolas pequeñas y se las introdujo con furia en el culo. Cuando las tuvo todas dentro se monto a horcajadas sobre mi pierna y empezó a restregar y apretar su coño en mi muslo. Yo mientras ella hacia ese movimiento de masturbación le había subido la blusa y le chupaba los pezones, mientras mis dedos cogían su culo y acariciaban su ano. Esto le gustaba mucho porque esa zona debía ser muy sensible para ella. Busqué el extremo de del cordel y lo tomé con fuerza, ella me cogía la cabeza para hacer mas fuerza en su movimiento y suspiraba como una loca en mi oreja. Cuando por su respiración noté que se corría estiré con fuerza el cordel y saqué las bolas de su culo. Ella tuvo un orgasmo con una furia increíble y me marcó sus uñas en mis hombros semidesnudos. Recobramos el aliento y nos arreglamos la ropa, aunque se volvió a repetir lo mismo de la anterior vez. A ella le gustaba como le follaba pero era claro que entre nosotros había un mundo y yo no era el tipo que le convenía. Salí de allí sin decir nada pero contento porque había descargado mi cabreo con ella. Entonces vino lo peor, salir fuera sin que mis compañeros notasen el tomate que había tenido en esa habitación. Puse lo mejor que pude cara de cordero degollado y dando a entender que estaba derrumbado por la supuesta bulla que había recibido. Por suerte nadie pareció notar nada y en cuanto pude me escapé al lavabo para limpiarme y comprobar que mi aspecto no delatase mi gloriosa follada. Aquellos encuentros no se volvieron a repetir nunca más pero guardo muy buenos recuerdos de ellos. Al par de meses, por varios motivos, me marché de aquella empresa para entrar en otra. Todavía conservo las bolas que le robé a aquella zorra y alguna vez oliéndolas me he vuelto a excitar recordando aquello y me he masturbado. No las pienso lavar nunca porque todavía guardan el aroma. En la empresa que trabajo ahora, también hay una chica que es la hija del jefe. Éste es muy majo y agradable pero su hija es una cabrona de primera, y tiene un orgullo increíble. Esta chica tiene un cuerpo de verdadero infarto y es verdaderamente guapa, aunque estoy planeando algo para poder domarla como a la otra. Espero pronto te pueda contar otra experiencia como esta.